La CV Asamblea Plenaria del episcopado colombiano ya se encuentra en pleno desarrollo y en su alocución inicial, Oscar Urbina Ortega, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), expresó que “nos reunimos para comprender y trabajar juntos en una transformación eclesial que nos toca a todos los miembros del pueblo santo de Dios, obispos, pastores de las comunidades parroquiales, consagrados y fieles laicos para crecer en un mayor sentido de pertenencia e identidad con toda la comunidad eclesial”.
“Estamos aquí con un deseo profundo de acercarnos más a nuestros hermanos colombianos, mirarlos a sus ojos en cada una de las regiones donde realizamos nuestro ministerio apostólico, afinar los oídos para escucharlos y sobre todo abrir las puertas de nuestro corazón para percibir el testimonio de su vida cristiana y de su fe”, explicó.
Colombia está experimentando significativos cambios a los que muchos de sus ciudadanos se están habituando, pues generaciones por más de 50 años vivieron verdaderos “surcos de dolor”. Ante la dicotomía de paz y la justicia, la reconciliación y el perdón, la Iglesia está dispuesta siempre a dar un paso al frente para ser bálsamo de ternura y a ayudar a sanar heridas, especialmente a través de las parroquias.
“Hoy hablamos de nueva evangelización porque es nuevo el contexto socio-cultural en que se enmarca la parroquia”, ha dicho el también obispo de Villavicencio quien, evocando san Juan Pablo II, ha matizado que “nueva evangelización no es re-evangelizar, sino es llevar el Evangelio, que siempre es actual, con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones”.
Y es precisamente la parroquia el asunto principal de esta Asamblea, reconociendo en ella el corazón de una nueva evangelización que, a criterio de monseñor Urbina, no consiste en “inventarnos un nuevo mensaje, maquillar o crear situaciones ajenas al Evangelio, simplemente es discernir los signos de los tiempos, buscar la manera de llevar la buena noticia de forma creativa y humilde”.
Urbina también aseguró, haciendo alusión a la movilidad, que “los desplazamientos han cambiado los espacios, los tiempos y los modos de socialización”, de tal forma que “nacen nuevas geografías que modifican la vida social organizada en tiempos y espacios tradicionales”.
En clave pastoral ahondó en este asunto, subrayando que “el desplazamiento forzado o inducido por las búsquedas de mejores condiciones de vida, determinan no solo un cambio de geografía, sino, de tradición, de hábitos, de costumbres, de condiciones morales y religiosas”.
Es en este sentido, como en la parroquia repercute directamente la movilidad. “Se hace necesario conocer el mapa de la ciudad y el mapa imaginario, o sea, las ciudades invisibles que están debajo de los elementos culturales y religiosos”, añadió el presidente de la CEC.
A pesar de los acuerdos de paz, Colombia sigue siendo un país desigual e inequitativo. Los niños en el Chocó y en la Guajira siguen muriendo de hambre, los asesinatos a líderes sociales continúan impunes, la corrupción carcome el sistema político, la pobreza, la inequidad y la violencia continúan rampantes. Ante esto, “el ser la Iglesia hospital de campaña se convierte en un llamado apremiante. La parroquia tiene que convertirse en lugar de perdón, reconciliación y paz”, agregó el prelado.
Al rememorar las palabras del Papa durante su visita a Cartagena, en la misa, también manifestó que “Dar el primer paso, es sobre todo, salir al encuentro de los demás con Cristo, el Señor. Y Él nos pide siempre dar un paso decidido y seguro hacia los hermanos, renunciando a la pretensión de ser perdonados sin perdonar, de ser amados sin amar… Sólo si ayudamos a desatar los nudos de la violencia, desenredaremos la compleja madeja de los desencuentros”.
Defendiendo la validez de la parroquia como una estructura “que no debemos tirar por la borda”, ni puede ser remplazada por los movimientos que, por cierto, “no deben ser una alternativa a la parroquia”, antes bien “deben ayudar en la parroquia”, Urbina se sintonizó con el magisterio de Francisco al acentuar la urgencia de “una parroquia en salida” que supere aquella idea de “una parroquia-oficina” que “hoy no funciona”.
Tomando las palabras del propio Papa, en su encuentro con los obispos de Polonia en 2016, planteó, el presidente de la CEC sugirió: “nosotros, obispos, debemos preguntar esto a los sacerdotes: ¿cómo va tu parroquia? Y tú, ¿sales? ¿Visitas a los encarcelados, a los enfermos, a las ancianas? Y ¿qué haces con los niños?”
“La renovación de la parroquia nos exige que ella sea, una célula de la Iglesia en salida, con capacidad profética de abrir horizontes nuevos, saber iluminar con la Palabra consoladora del Evangelio, los momentos difíciles de las personas y descubrir el lenguaje con el cual podamos anunciar a nuestros hermanos la Palabra que no pasa. La conversión de la parroquia pasa a través de sus hijos”, puntualizó.
Finalmente, el presidente de la CEC agradeció especialmente a sacerdotes, consagrados y laicos: “ellos como los Apóstoles en la multiplicación de los panes y de los peces, entregan el alimento de Dios con alegría y sencillez, y en muchos casos en situación complejas de pobreza, violencia y marginación. Los animamos, los bendecimos y hoy les expresamos nuestra gratitud y la voz de ánimo para buscar cómo hacer que nuestras parroquias sean más evangelizadoras”.
Foto: CEC