Su audiencia con el Papa pasó más desapercibida que la del presidente turco Erdogan. Pero no por ello fue menos significativa. Francisco se reunió en visita “ad limina apostolorum” con quince obispos de rito caldeo procedentes, entre otros países, de Egipto, Líbano, Turquía, Estados Unidos y Australia. Al frente, el patriarca Louis Sako, que se encuentra en Roma desde hace unos días como participante en la conferencia “Tackling violence committed in the name of religion”.
La reunión duró aproximadamente una hora y media y los participantes la definieron como “profunda y positiva, útil y libre”. Y es que en ella abordaron los principales escollos de los cristianos en los puntos calientes del planeta, especialmente en Mosul. Hasta 120.000 cristianos han sido expulsados por los fundamentalistas islámicos, un éxodo del siglo XXI fruto de la persecución de la fe.
Propuesta sobre la mesa
En este punto, el obispo caldeo de la diócesis turca de Betzabda, Basel Yaldo, preguntó a Francisco:“Santo Padre, ¿cuándo se acercará a Irak para ver los sufrimientos de los cristianos?”. Según desvela el periódico italiano Il Messaggero, el Papa contestó que si por él fuera, acudiría de inmediato. Sin embargo, a renglón seguido matizó su respuesta: “Estamos pensando en ello, pero las condiciones no lo permiten”.
No se trata de la primera vez que se plantea la posibilidad de que Francisco viaje al país asiático. Ya en 2015, el cardenal arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin, llegó a concretar que el Papa latinoamericano habría ideado un viaje breve de un día: “Salida desde Roma, llegada a Bagdad, saludo a las autoridades; después iría a Erbil, al norte, para ver, encontrar, y abrazar a los refugiados cristianos de Mosul, celebrar la Misa, y volver a Roma por la noche. Para él sería una alegría inmensa”.
