“El hambre parece estar a la cola del interés mediático y social”. Es la denuncia que ha lanzado la presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo, durante la presentación de la campaña de Manos Unidas para este año ‘Comparte lo que importa’. En la sede madrileña de la Sociedad General de Autores, la ONG de la Iglesia dio a conocer esta iniciativa que busca concienciar sobre las causas y problemas del hambre en el mundo, además de invitar a un mayor compromiso social.
“La comunidad internacional de una vez por todas debe plantearse qué estamos haciendo mal”, aseguró la presidenta de Manos Unidas, que apuntó como solo se habla de esta “sosteniendo cínicamente el comercio de armas”. Por ello, abogó porque cada uno desde su realidad “luche por construir un mundo más justo. Es necesario pasar a la acción y compartir las posibles soluciones en los modos de producción y consumo”.
Cambiar la vida
Desde Manos Unidas lo han hecho en el pasado 2017 a través de 570 nuevo proyectos de desarrollo, por un importe de más de 41 millones de euros. “Con ello intentamos cambiar la vida de cerca de dos millones de personas”, explicó Pardo, que quiso agradecer el respaldo de los 76.000 socios de la entidad, la colaboación de empresas, junto al trabajo de los 5.000 voluntarios y contratados.
Este esfuerzo se ha traducido en un incremento de los ingresos anuales que alcanzan los 48,6 millones de euros. De ellos, 41,5 procedentes de manos privadas. Sin embargo, esta entrega de Manos Unidas no parece ser suficiente para acabar con la lacra del hambre. Así, Clara Pardo expresó cómo el último informe de la FAO ha supuesto “un mazazo”, en tanto que el número de hambrientos crecía hasta los 815 millones, frente a los 777 millones registrados en 2015.
“Tenemos la suerte de que el 85 por ciento de nuestros ingresos son donantes privados, que aportan el euro de su café, su legado o ayudas desde empresas. Creo que es reflejo de la credibilidad y confianza que ha ganado Manos Unidas con el tiempo”, subrayó.
Por eso, redobló el compromiso de Manos Unidas para “cambiar la realidad más tozuda” en la línea marcada por el papa Francisco desde el cuidado de la Casa Común y con la misma valentía de las mujeres de Acción Católica que hace casi 60 años pusieron en marcha la ONG española de referencia en materia de cooperación y desarrollo.
Buscar procesos
Como prueba de esta misión de Manos Unidas, en la presentación de la campaña participaron también Marta Machain, directora de la Fundación Celestina Pérez de Almada en Paraguay y el misionero español en Benín, Juan Pablo López Mendía. “Invertimos cada centavo que recibimos de España en proyectos que no funcionan de un día para otro, sino que buscan ser procesos”, explicó Machain, que desde su fundación buscan “implicar a toda la familia, sin esperar a que otros les den alimento o dependan de los poderes políticos, enseñándoles dignidad e independencia”.
Estas iniciativas son fruto de un camino que iniciaron a principio del los años 90, cuando comenzaron con un grupo de mujeres en Caaguazú –a 140 kilómetros de la capital–. “Allí nos encontramos cara a cara con la pobreza extrema en la que vivían, sin caminos, sin agua”, recuerda Marta Machain que centraron sus esfuerzos en la formación y la apuesta por los que microemprendimientos “entretejiendo sueños y realidades”.
La directora de esta fundación paraguaya cerró su intervención agradeciendo a Manos Unidas “por su decisivo apoyo que ha dejado huellas en cada hogar donde hemos llevado esperanzas”. Machain reconoció que “las ONG de fuera no son siempre bien vistas. Nos fiamos de Manos Unidas por su rigurosidad, por su sistema fantástico de elaboración de proyectos, además de su monitoreo a través de visitas y auditorías anuales”.
Llevar esperanza
Por su parte, López Mendía compartió su experiencia de 21 años en Benín. Desde 1989, Manos Unidas ha colaborado con su misión en Fo-Bouré a través de 16 proyectos dotados de un total de más de dos millones de euros, entre ellos, formación de mujeres, creación de cooperativas y una red de distribución de aguas.
“En el país se vive en paz porque no hay nada que rascar, no hay nada en el sustrato. Somos uno de los países más pobres del mundo, pero… ¡bendita pobreza!”, comentó este sacerdote riojano, que señala cómo “aterrizar allí supuso para mí borrar mi mente desde cero y volver a empezar paso a paso”.
“Siempre hemos apostado por las mujeres y no nos hemos equivocado. Ahora quieren más y más”, reflexiona López Mendía que, gracias a la colaboración de Manos Unidas ha podido encontrar una respuesta a la petición de estas mujeres para tener dispensarios, para tener escuelas en la zona. “Somos la única región del país que tiene agua”, expresó orgulloso el misionero que también ha logrado que en cada casa haya una pequeña de instalación eléctrica “con dos bombillas y un enchufe”, por lo que “doy fe que todo lo que me ha enviado Manos Unidas en estos 21 años ha llegado donde debía”. El sacerdote destacó no solo la labor de financiación de la ONG de la Iglesia, sino de acompañamiento en todo proyecto.
Sobre el fenómeno migratorio, López Mendía se preguntó: “¿Cómo no van a venir? Otro mundo es posible, y lo podemos hacer si les damos un empujón, si caminamos con ellos”.