Con el comienzo de clases del Centro de Estudios Religiosos (CER), el pasado 30 de enero, y de la Escuela para Formadores (ESFOR), un poco antes, el día 16, la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC) ha dado inicio a las actividades académicas que competen al área de formación inicial (CER) y formación de formadores (ESFOR), siguiendo la agenda prevista para 2018.
Experiencia fundante
En el caso de la ESFOR, este año participan 19 religiosos y religiosas de siete nacionalidades: Bolivia, Colombia, Ecuador, India, Perú, República Dominicana y Venezuela. Por su carácter internacional e intercongregacional –dado que los formadores provienen de 14 familias religiosas– el itinerario propuesto hasta el 22 de junio, cuando concluye, representa una rica “experiencia fundante” y multicultural, en torno al proyecto de vida personal y comunitario, la espiritualidad y la construcción de planes de formación.
Para ello, el padre Oswald Uriel León Enríquez, terciario capuchino, presidente de la comisión de formación de la CRC y coordinador de la ESFOR, consultado por Vida Nueva, detalla que el plan operativo de la comisión se orienta hacia:
- “El acompañamiento a las comunidades religiosas en la reformulación de los planes de formación”;
- “La actualización del curso de formadores, que se ofrece cada año con la participación de distintos religiosos de diversos países y congregaciones”;
- “La celebración de convenios con entidades de educación superior para la certificación de los estudios ofrecidos por la CRC”; y
- “La creación de nuevas modalidades de cursos para formadores, incluyendo una variedad de seminarios de actualización, tanto presenciales como virtuales”.
Asimismo, “la revisión periódica de los planes formativos ofrecidos para aspirantes, postulantes, novicios, en el CER”, también hace parte de las tareas de la comision de formación de la CRC, como lo refiere el religioso.
Desafíos formativos de las nuevas generaciones
De cara a los nuevos desafíos que afrontan los formadores de las nuevas generaciones de religiosos, el padre Oswald señala que la ESFOR se enfoca, propiamente, en la persona vocacionada, en los procesos formativos, y en proporcionar los medios adecuados para la misión del formador (métodos, estrategias…).
Es necesario “partir de la realidad personal [del vocacionado], del contexto de origen y las características sociales propias de las nuevas generaciones”, asevera el presidente de la comisión de formación de la CRC.
Ello implica, por supuesto, reconocer la riqueza cultural de los neoreligiosos, con sus costumbres e idiosincracia, para “apostar por un acompañamiento vocacional intercultural y contextualizado”, que permita reconocer “la bondad que existe en cada vocacionado y su deseo de seguimiento de Cristo”, a fin de emprender un camino de crecimiento, de afianzamiento de su llamado y de maduración en la fe.
El testimonio del acompañante
No se trata de una tarea menuda, si se considera el fuerte impacto de la crisis de vocaciones que desde hace varios años golpea a la vida consagrada, razón de más para considerar el importante rol del acompañante (o formador) que “con su vida, testimonio y formación está llamado a ser experto en humanidad, con los medios adecuados para acompañar procesos de discernimiento vocacional”.
“Acompañantes formados para formar”, esa es la perspectiva de la ESFOR que, en las palabras de su coordinador, busca aportar “desde la dimensión humana, con métodos y estrategias que respondan a las nuevas exigencias y realidades de las nuevas generaciones”.