Hace pocas semanas la Corte de Apelaciones de Iquique concluyó el proceso llevado en la justicia civil con un fallo por unanimidad declarando el sobreseimiento definitivo al ex obispo de Iquique, Marco Órdenes, sobre la denuncia en su contra por hecho de abuso sexual.
Ese fallo expresa que “habiéndose agotado las diligencias para establecer tales hechos, lo que corresponde es dictar sobreseimiento definitivo”. En consecuencia la Corte de Apelaciones resuelve: “Que se sobresee definitivamente en cuanto a los hechos denunciados…, por no aparecer presunciones de que se hayan verificado aquellos hechos que dieron motivo a la formación de esta causa”.
En 2012 la Nunciatura Apostólica en Santiago recibió una denuncia contra el obispo Órdenes e inició de inmediato la investigación. Con ocasión de esta denuncia se supo que ya desde el 2009 se había iniciado otra investigación en la justicia civil por tales hechos. Órdenes renunció a su cargo en Iquique para facilitar la investigación y evitar el daño que por confusión se produciría en la comunidad diocesana.
El obispo emérito de Ancud, Juan Luis Ysern, experto en derecho canónico, asumió como abogado defensor de Órdenes en el proceso eclesiástico y, en esta calidad, aceptó conversar con Vida Nueva.
VN. ¿Esperaba usted, monseñor, este fallo tan contundente en el fuero civil?
Interiormente tenía pleno convencimiento porque cuando estudié los hechos y antecedentes, con mucho cuidado y detención para descubrir la verdad, llegué a la conclusión no sólo de que no se le podía imponer ninguna pena, sino que interiormente tuve certeza plena de su inocencia. Ante esto, aunque yo solamente actuaba en el fuero eclesiástico, estaba seguro de que en el fuero civil analizarían las cosas con profundidad y, por tanto, tendrían que llegar a esa conclusión. Hoy estoy contento al comprobar que no me había equivocado.
VN. Si era inocente, ¿por qué renunció a su cargo?
Ya lo expresó él mismo, desde el primer momento que se hizo pública la denuncia. Dijo dos cosas: aunque tenía muy claro que era inocente y que mucha gente creería en su inocencia, habría otros que pensarían lo contrario y se produciría división entre los fieles, lo cual dejaría muy disminuida su capacidad para desempeñar su ministerio. Esto, en definitiva, perjudicaría a la Iglesia. La segunda razón era para facilitar las investigaciones que se tendrían que hacer los Tribunales.
VN. ¿Qué prohibiciones le impusieron para el ejercicio de su ministerio sacerdotal?
Nadie le impuso prohibición alguna. No hubo medidas cautelares. Retirarse del ejercicio público sacerdotal fue decisión totalmente personal por las mismas razones por las que presentó su renuncia. Lo consideró como lógica prudencial.
VN. ¿Retornará al ejercicio de obispo en alguna diócesis?
No es eso lo que él está pensando. Por lo menos de momento. Yo le aconsejaré que no acepte tal cosa si es que se la proponen. No es que falte en él la capacidad de diálogo para poder estudiar con unos y con otros los diversos temas que pudieran presentarse, sino que el mismo razonamiento mantenido hasta el momento presentaría la dificultad.
VN. ¿Qué dificultad existiría para el cargo de obispo diocesano si el Papa le da ese nombramiento?
Por lo dicho, está claro que la dificultad no estaría en él como persona, sino en que no es posible saber cómo reaccionará la gente. Podría ocurrir que haya personas, muchas o pocas, que aunque los tribunales hayan dicho que es inocente, sigan pensando que no lo es y lo rechacen. Eso crearía división que entorpecería su servicio pastoral. Sería dañino para la comunidad eclesial. Lo que cada uno piensa no se puede cambiar por la fuerza ni por el peso de una autoridad superior. Tiene que ser por razones que convenzan, lo demás sería represión. Lo que tiene que procurar la autoridad es que la discrepancia se exprese con respeto, pero sin reprimir. La represión también es falta de respeto. Lo fundamental es que todos sepamos escuchar al otro y dialogar.
VN. Pero si se piensa que Mons. Órdenes no debe aceptar el cargo de Obispo diocesano, tampoco es aceptable que habiéndose probado que es inocente, siendo valioso como Pastor, no se le permita aceptar tal cargo.
Lo dicho es que hay que mirar a la comunidad. Esto es importante. Bien puede ocurrir que la comunidad no tenga problema en acogerlo o, incluso, que sea la comunidad misma la que lo pida como Pastor. Pero eso se tiene que ver primero. Sería muy imprudente actuar de otra forma.
VN. ¿Dónde está entonces el centro del problema?
El centro del problema es que se puede colocar la mirada en la persona del obispo en sí misma o en la comunidad. Yo concuerdo plenamente con el mensaje que nos deja el testimonio de Mons. Órdenes en el sentido de que es un error fijarse solamente en la persona del obispo, sin fijarse primeramente en la comunidad a la que tiene que servir. La mirada se ha de colocar ante todo en la comunidad de modo que es un error mantener como obispo una persona, por muy correcto que sea su comportamiento, si su permanencia en el cargo deja disminuida su capacidad para desempeñar su ministerio lo que, en definitiva, perjudica a la Iglesia.