Braga, en el norte de Portugal, se ha convertido en la primera diócesis del país en aplicar los criterios sugeridos por el papa Francisco en su exhortación Amoris laetitia (AL) para los divorciados vueltos a casar. El arzobispo Jorge Ortiga publicó en enero un texto de 60 páginas –al que se añaden otras 40 de un Documento Orientador de Pastoral Familiar– en el que se propone un camino de discernimiento en cinco etapas, que puede o no culminar con la decisión de acceder a la comunión.
El documento del arzobispo de Braga –que cita con abundancia AL y textos ya publicados por los obispos de Malta, de la región de Buenos Aires y de algunas diócesis de Alemania– fue fuertemente criticado por sectores que se oponen a la propuesta de Francisco. “Es posible que algunos ofrezcan resistencias, pero lo considero natural”, reconoce Jorge Ortiga a Vida Nueva. Y, dado que la carta fue aprobada por unanimidad en el Consejo Presbiteral, confía en que todo su clero la aplique. “Todo cambio –admite– requiere tiempo y paciencia. El itinerario es exigente, pero estoy seguro de que la archidiócesis está preparada. Tenemos teólogos, sacerdotes, juristas, psicólogos, médicos y parejas que, en equipo, garantizan la seriedad y la estabilidad del recorrido”.
Una de las notas más destacadas del texto es la profunda exigencia que se pide a quien opta por ese camino. Pero el arzobispo está convencido, aun cuando se necesite “un tiempo de adaptación y conversión”, de que es posible que las comunidades católicas acepten seguir este camino. “Vivimos tiempos nuevos, los desafíos son grandes y no existen soluciones mágicas. Es esencial que, en una primera fase, las estructuras diocesanas lideren el proceso de discernimiento y acompañamiento de las parejas. La conversión comienza por la propia arquidiócesis. Después, poco a poco, las comunidades cristianas aprenderán y seguirán esas huellas”, explica Ortiga.