Reconoce el Pontificio Consejo de Cultura el trabajo que ha hecho Florencia Infante de Garza a lo largo de 20 años para promover este proyecto único en el mundo
Este martes 13 de febrero fue inaugurada en la Universidad de Monterrey (UDEM) la trigésimo novena Cátedra de Arte Sacro. En esta edición cuenta con la participación del Prefecto de la Secretaría para las Comunicaciones de la Santa Sede, monseñor Dario Edoardo Viganò, y versa sobre el tema: “La imagen en movimiento en el arte sacro”.
La bienvenida corrió a cargo de Florencia Infante de Garza, quien hace dos décadas fundó esta cátedra, única en el mundo, con el apoyo del cardenal Francesco Marchisano, entonces responsable de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia de la Santa Sede. Actualmente el proyecto cuenta con todo el respaldo del Consejo Pontificio para la Cultura, a cargo del cardenal Gianfranco Ravasi.
Florencia Infante destacó el carácter humanístico de la UDEM, por lo que consideró que fue la mejor institución para establecer la cátedra, la única en todo el mundo avalada por el Vaticano. En este sentido, habló de la importancia de ofrecer cultura y valores a los jóvenes para vencer la indiferencia que permea en la sociedad mexicana.
Álvaro Fernández Garza, presidente del Consejo de la UDEM, felicitó y agradeció el esfuerzo de Florencia Infante a lo largo de estas dos décadas de existencia de la Cátedra, la cual –dijo– tiene una gran importancia en la institución: “El tema del arte tiene mucha relevancia, pues nos mueve el interior, más allá de la parte estética”.
En esta ocasión fue monseñor Alfonso Cortés Contreras, arzobispo de León, quien, en representación del cardenal Gianfranco Ravasi, leyó la carta que tradicionalmente hace llegar el Consejo Pontificio de la Cultura a los participantes.
“Hoy está fuertemente en las comunidades eclesiales del planeta la conciencia de que el Séptimo Arte es un espejo de nuestro tiempo con sus grandezas y sus abismos, pero es también un camino para entrar en la modernidad y para anunciar el Evangelio”, señaló.
El Arzobispo de León entregó a Florencia Infante, de parte del Pontificio Consejo de la Cultura, una medalla por proponer y organizar esta cátedra, y Álvaro Fernández Garza hizo lo propio a nombre de la UDEM, al entregarle una escultura de reconocimiento.
Durante la inauguración también estuvo presente el reconocido sacerdote e historiador Manuel Olimón Nolasco, en representación del cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México, quien se refirió a Florencia Infante como el “alma misma de la Cátedra de Arte Sacro”.
Manuel Olimón recordó que “el encuentro reflexivo con los bienes culturales del arte sacro abre un camino que, según el Concilio Vaticano II, ayuda al mundo en que vivimos a no caer en la desesperanza”.
En tanto, monseñor Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey, aseguró que si una actividad puede llevar a la humanidad a disfrutar del gozo como don de Dios, es sin lugar a dudas el arte. “Transmitirnos el gozo de vivir en su narrativa, en su imagen… en esta ocasión la imagen en movimiento: el cine deja muchas cosas en el corazón, a veces la imagen mueve nuestros sentimientos… quien ve una imagen en movimiento a final de cuentas aspira el aroma de Dios y el gozo de vivir”.
Finalmente, en su primera conferencia titulada “Buscar a Dios en los rincones del visible. Cinema y Sacro”, monseñor Dario Edoardo Viganò, prefecto de la Secretaría para las Comunicaciones del Vaticano, analizó el cine sacro a partir de fragmentos de películas de directores como Pier Paolo Pasolini, Franco Zeffirelli, Cecil B. De Mille y Martin Scorcese, y habló sobre la importancia de cuidar la traducción de las cintas, pues muchas veces pueden ser buenas, pero no iguales: “La semántica, semiótica y pragmática, son los problemas de la interpretación del lenguaje que se hace en cada idioma”, explicó.
Más tarde, en conferencia de prensa en el Centro Roberto Garza Sada de la UDEM, profundizó en la película Antes de la lluvia, del director de Macedonia, Milcho Manchevski, la cual calificó de “extraordinariamente bella”.
Y es que –dijo– en el cine hay películas que consiguen despertar la conciencia intelectual que nos lleva a vivir con profundidad. Aseguró que Dios continúa hablando al mundo, pero es la tarea de cada quien descubrir qué nos quiere decir.
Monseñor Viganò concluyó que “si bien en el ámbito cinematográfico no existen producciones católicas bajo los grandes reflectores, sí hay católicos que buscan hacer buen cine ofreciendo mensajes trascendentes, quizá no confesionales, pero elevan el espíritu por la profundidad de su mensaje y por su belleza estética”.