Por primera vez en la historia olímpica, la Santa Sede participó como Estado invitado en la apertura de los Juegos Invernales que se celebran en la ciudad surcoreana de Pyeongchang entre el 9 y el 25 de febrero de 2018. La delegación vaticana estuvo encabezada por el sacerdote español Melchor Sánchez de Toca, responsable de la sección de Cultura y Deporte del Pontificio Consejo de la Cultura. Esta presencia partió de la invitación realizada por el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el alemán Thomas Bach, al cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del citado dicasterio vaticano.
La Iglesia pudo así aportar al mundo del deporte “su experiencia de humanidad y la sabiduría del Evangelio”, explica Sánchez de Toca a Vida Nueva. “Los Juegos Olímpicos son la máxima encarnación de los valores del deporte. Es importante que la Santa Sede forme parte de esta familia como observador mostrando su cercanía a esos ideales y promoviéndolos dentro de la vida cristiana”.
El español ha sido testigo de cómo estas citas son un escenario propicio para que los países traten de limar asperezas. En estos Juegos Olímpicos Invernales toda la atención se centraba en la participación de Corea del Norte, lo que permitió rebajar la tensión acumulada durante los meses previos por las amenazas nucleares lanzadas por el líder norcoreano, Kim Jong-un. “Ha sido el pretexto para salir de la peligrosa espiral en que nos encontrábamos. Nadie quiere la guerra pero no está claro cómo bajar el tono sin perder la cara”, explica.
Kim Jong-un ha invitado al país al presidente surcoreano
Sánchez de Toca participó en un amistoso encuentro entre los equipos de taekwondo de Corea del Norte y Corea del Sur, dos países que oficialmente siguen en guerra pues entre ellos solo rige el alto el fuego alcanzado en 1953. “La cita tuvo lugar en Casa Italia, un centro de encuentro promovido por la delegación italiana. Fue muy cordial. Para los norcoreanos tal vez fue la primera vez que pudieron hablar y saludar a alguien venido del Vaticano”, indica. Actos como este ya han dado sus primeros frutos, pues el líder norcoreano, que eligió como enviada a Pyeongchang a su propia hermana, ha invitado al presidente surcoreano, Moon Jae-in, a visitar “cuanto antes” la capital norcoreana.
La presencia como observador de la Santa Sede en los Juegos Invernales no implica que vaya a haber equipos vaticanos compitiendo en las próximas citas olímpicas. “No es ese el sentido. Nuestra misión es participar en este movimiento y tal vez un día alcanzar un acuerdo con el COI para que la presencia sea permanente. Sería ridículo que la Santa Sede compitiera. Cada cristiano nace donde está destinado por la providencia y compite con su país”, dice el subsecretario del Pontificio Consejo de la Cultura. Esto no quita para que dentro de los Muros Aurelianos surjan experiencias como la Atlética Vaticana, un grupo formado por unos 60 empleados de la Santa Sede que comparten su amor por el deporte.
Para Sánchez de Toca, la presencia de la delegación vaticana durante una semana en Pyeongchang resulta significativa porque “entramos en un mundo que no es el nuestro” y se sigue así el planteamiento de ‘Gaudium et spes’ acerca de la necesidad para la Iglesia católica de abrirse al mundo. “También seguimos los pasos de tantos educadores cristianos que tuvieron la intuición de utilizar el deporte y el juego como herramientas para la formación de los niños y jóvenes”. El sacerdote, que se muestra muy agradecido por la acogida brindada por el COI, recuerda que en esta relación fue determinante la Conferencia mundial sobre Fe y Deporte celebrada en el Vaticano en octubre de 2016.