Después de ser acusados en los últimos meses de guardar silencio ante la situación del país, La Croix informa de que los obispos de Tanzania han publicado, este pasado domingo 12 de febrero, una carta pastoral en la que denuncian los abusos de poder del presidente John Magufuli, del que destacan su deriva autoritaria.
“Las actividades políticas –advierten– están prohibidas por la instrumentalización de las fuerzas del orden”. Y es que, como lamentan, “la Constitución y las leyes han sido violadas”, quedando en el aire los más elementales derechos de los ciudadanos, como el de reunión (que afecta a los propios partidos políticos, impedidos así en su acción) o el de expresión, permaneciendo “cerrados o suspendidos temporalmente los medios de comunicación”.
Visiblemente preocupados, los prelados tanzanos perciben que cada vez está más generalizado un ambiente marcado por el “odio exacerbado”. “Si permitimos que este clima continúe –advierten–, no nos sorprendamos de encontrarnos mañana en conflictos más serios que destruirán los cimientos de la paz y la unidad nacional”.
El origen de la tensión
La causa última de la actual crisis nacional está en la inestabilidad que trajeron las elecciones presidenciales de 2015, en las que Magufuli se aupó al poder, convirtiéndose en el quinto mandatario del país desde que en 1964 Tanzania alcanzó definitivamente la independencia y dejó atrás su pasado colonial británico. Desde su llegada a la presidencia de la República, Magalufi, que desempeñó varios cargos ministeriales en los anteriores ejecutivos, busca acabar por la fuerza con todo adversario político que considere que cuestiona su autoridad.
Uno de los más afectados por este hostigamiento presidencial es el opositor Tundu Lissu, quien, a lo largo del año pasado, llegó a ser arrestado seis veces y denunció haber sido víctima de un intento de asesinato.
Casa de acogida para los refugiados de Burundi
Significativamente, Tanzania es la principal casa de acogida para Burundi, un país vecino que atraviesa por una convulsión política aún mayor y que, también desde 2015, ha obligado a huir del país a 410.000 de sus ciudadanos, según estimaciones de ACNUR. De ellos, hasta 249.000 viven en Tanzania, en tres gigantescos campamentos. Otros 84.000 refugiados de Burundi están en Ruanda, unos 45.000 en Uganda y otros 41.000 en la República Democrática del Congo.
Este último fenómeno hace ver hasta qué punto es difícil la vida para millones de personas en esta región del continente africano.