“Buenos días, a pesar de que esta mañana es un poco fea. Pero si el alma está alegre son siempre buenos días”. Así ha comenzado el papa Francisco la audiencia general de este miércoles de Ceniza, en una Plaza de san Pedro concurrida a pesar del mal tiempo. Aparte de los fieles de la plaza, un grupo de enfermos ha podido seguir la audiencia desde el Aula Pablo VI para no exponerse al frío.
Continuando con su ciclo de catequesis sobre la Misa, el Papa ha explicado que escuchar la Palabra de Dios en la Misa, así como la homilía después, es “un derecho espiritual del pueblo de Dios”. Por ello ha vuelto a insistir en lo importante que resulta ser cuidadoso con las lecturas “cuando la Palabra de Dios no se lee correctamente, no es fervientemente predicada por el diácono, el sacerdote o el obispo, se falta a este derecho de los fieles”.
Tras la homilía, por tanto, hay un momento de silencio que “permite que la semilla recibida sea sedimentada en el alma, de modo que nazcan propósitos de adhesión a lo que el Espíritu ha sugerido para cada uno”. Un silencio pues para que cada persona piense en lo que ha escuchado.
Después del silencio llega el Credo, que es “la respuesta común a lo que se ha escuchado de la Palabra de Dios”. Porque, citando Francisco a san Pablo, la fe “no proviene de la imaginación de las mentes humanas, sino ‘del oír, y el oír, por la palabra de Cristo'”. Así, el Credo significa que la asamblea “vuelve a meditar y profesar los grandes misterios de la fe, antes de su celebración en la Eucaristía”.
Una vez rezado el Credo, llega la oración universal u oración de los fieles, en la que “las personas, ejerciendo su sacerdocio bautismal, ofrecen oraciones a Dios por la salvación de todos dirigidas por el sacerdote” a lo que el pueblo contesta pidiendo a Dios que nos escuche. Repasando el Evangelio de san Juan, Francisco ha recordado las palabras de Jesús: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. “Pero no creemos esto porque tenemos poca fe –ha lamentado el Pontífice– pero si tuviéramos fe, como el grano de mostaza, habríamos recibido todo”.
Por eso el Papa ha aconsejado que pidamos las cosas al Señor con fe. Y ese momento es el de la oración universal “es hora de pedirle al Señor las cosas más fuertes de la Misa, las cosas que necesitamos, lo que queremos. Os será hecho, de una u otra manera pero os será hecho“. Y si consideramos que tenemos poca fe, también podemos pedirle más al Señor. “Podemos decir: Señor, yo creo, pero ayuda a mi pequeña fe. Y debemos orar con este espíritu de fe”, ha concluido.