En la localidad de Miramar se celebra la Eucaristía en la playa al amanecer. A partir de la advocación “Santa María del Mar”, el párroco del lugar comenzó a organizar y convocar a los residentes y a los turistas a participar de la Misa. Vida Nueva tuvo la oportunidad de conversar con el Padre Fernando para que nos contara sobre esta novedosa experiencia.
VN. ¿Cómo nació esta idea de celebrar la misa en la playa? ¿Podemos hablar de una pastoral?
Aquí en Miramar tenemos una Capilla que está dedicada a Santa María del Mar, una advocación española que surge tras el hallazgo en el mar -por parte de unos marineros- de una talla de madera con la imagen de la Virgen con el Niño.
Aprovechando la gran afluencia turística, celebramos la fiesta patronal en una fecha arbitraria, el 18 de enero. Hicimos muchos ensayo-error para ver cómo convocar a la comunidad turística con una propuesta original.
Al principio fue a través de una procesión náutica pero dependíamos en gran manera de las condiciones del tiempo y del oleajes; luego una procesión por las calles del barrio pero el horario coincidía con las horas de playa. Así que hicimos la opción de la misa en la playa, en la bajada de la calle 9 de esta localidad, a la hora de la salida del sol; ya hace 4 años que lo venimos haciendo y con mas de cien personas; tiene la geografía propia de la advocación y además ese toque de heroísmo al convocar a la misa a las 5:30hs
VN. ¿Cómo se vive la relación: naturaleza-culto-vacaciones?
La geografía del mar tiene ese poder de trasladarnos a la esfera de lo divino de un modo natural, la inmensidad, la mansedumbre y la bravura de otras veces; es un paisaje que despierta la capacidad contemplativa del hombre; sumado a eso nos lleva a Jesús y su encuentro personal y llamado a los discípulos… ¡Cuántas escenas del evangelio transcurren a la orilla del mar! y celebrar la misa en ese contexto nos obliga casi a consagrar ese lugar a Dios.
VN. ¿Qué comentarios le hace la gente que participa?
El común denominador es la gratitud por la propuesta, por haberles dado la posibilidad de celebrar la misa a cielo abierto en el templo construido por las mismas manos de Dios; es sin duda una experiencia atesorada en lo más profundo del alma y que permanece como un mojón de ese Dios que sale al encuentro del hombre… me viene a la mente la cita del salmo 113: “de la salida del sol hasta el ocaso alabado sea el nombre del Señor”, o la referencia a Jesús que hace Simeón en su cántico: “nos visitará el sol que nace de lo alto”.
VN. ¿Participa la comunidad parroquial de estos eventos?
Hay una mezcla de la comunidad parroquial conformada por locales y turistas; es lindo ver a las familias con los niños y ancianos todos con sus sillitas playeras que van llegando con un sereno gozo en el alma. La misa la hemos calculado para que cuando salga el sol nos encuentre en el momento de la homilía. Como dato de color, en un determinando momento aparecen las cámaras y los celulares para captar el momento en que el sol comienza a asomar en el horizonte.
Volviendo a la pregunta la gente participa con muchas ganas en la difusión de esta misa entre sus amistades en el “boca a boca”, y fundamentalmente es una misa con mucha unción expresada en el canto. Yo ya me estoy yendo de Miramar pero quedaría pendiente hacer extensiva la invitación a tantos surfers que vienen a esta ciudad (estos años hemos realizado el altar y ambientado el espacio con tablas de surf); pero también invitar a los guardavidas y bendecirlos por su vocación de servicio.
VN. ¿Qué le aporta a la gente tener estos tiempos de conexión con lo espiritual?
Creo que le aporta la mirada unitiva de la fe: el mismo Dios que creó los espacios infinitos y este mundo tan maravilloso es el mismo Dios que nos salva en el sacrificio de la cruz perpetuado y actualizado en cada celebración de la misa; también aporta el devolvernos la capacidad de asombro y de admiración y descubrir que el contacto con la naturaleza nos humaniza.
VN. ¿Cuál es su vivencia como sacerdote motivando este tipo de experiencias?
En lo personal me confirma la intuición inicial; pero sostengo para mí lo que te acabo de enumerar y narrar. En lo más intimo de mí evoca los inicios de mi proceso vocacional que se desarrollo a orillas del mar; la percepción de mi pequeñez ante la inmensidad del amor de Dios que se asemeja al mar que se despliega ante nuestros ojos; un Dios que tiene una palabra para decirme y un proyecto para revelarme y proponerme.