Aunque firmado el 12 de febrero, hoy jueves se ha hecho pública la Carta Apostólica, en forma de Motu Proprio, ‘Imparare a congedarsi’ (Aprender a despedirse) en la que se busca flexibilizar en algunos casos las renuncias por edad de los titulares de puestos en la curia vaticana, los nuncios apostólicos y los prelados secretarios. Y es que antes estaba regulada de tal manera que se producía el cese inmediato según el titular cumplía los 75 años. De esta manera, los curiales han de presentar su renuncia, pero el Papa se reserva el derecho de aceptarlo o prorrogar en el cargo a la persona hasta que lo considere oportuno por “motivos siempre ligados al bien común de la Iglesia”.
También se propone que los obligados a presentar la renuncia deben hacerlo desde la humildad y el no saberse imprescindibles, pero con la conciencia de que el hecho de renunciar es parte del servicio y que la misión, los proyectos y los equipos deben ser la prioridad.
Límites de edad
En la actualidad, los obispos diocesanos deben escribir una carta de renuncia al cumplir los 75 años, que podía ser aceptada o permitir una prórroga, pero no era así con otros cargos de la curia romana como los jefes de dicasterios, los prelados superiores o los representantes pontificios, que desde ahora tendrán el mismo régimen de renuncia que los primeros.
El objetivo de este cambio es, como señala el propio obispo de Roma, completar adecuadamente los proyectos provechosos para la Iglesia, la conveniencia de asegurar la continuidad de las obras importantes. También destaca la importancia del aporte de la persona a la aplicación de las indicaciones emitidas desde la Santa Sede y que se puedan recibir nuevas indicaciones del magisterio.
Humildad en el servicio y la despedida
En la carta escrita por Francisco se hace hincapié en la preparación adecuada para dejar el servicio asignado, “despojándose de los deseos de poder y de las pretensiones de ser indispensables”. De esta forma se apuesta por evitar momentos de conflicto y dolorosos si los momentos de renuncia se viven desde la paz y la confianza.
“Quien asume en la verdad esta necesidad de renunciar debe discernir en la oración como vivir la etapa que está por iniciar, elaborando un nuevo proyecto de vida, marcado en cuanto sea posible por la austeridad, humildad, oración de intercesión, tiempo dedicado a la lectura y disponibilidad para brindar simples servicios pastorales”, escribe Francisco.