Es, sin lugar a duda, uno de los sacerdotes que más se ha preocupado por la promoción del laicado en España en las últimas tres décadas. El pasado diciembre, Antonio Cartagena Ruiz (Guardamar del Segura, Alicante, 1939) cerró 32 años de servicio en la Conferencia Episcopal Española, a donde llegó en 1985 para hacerse cargo, como secretario, del entonces recién creado Departamento de Pastoral Obrera, en el que elaboró un documento pionero para una realidad que se miraba de reojo en plena transición política: ‘La Pastoral Obrera de toda la Iglesia’ (1994).
Lo que también detectó en Añastro, en la Casa de la Iglesia, fue un déficit de laicos en las estructuras de gobierno. “Es un paso adelante que hay que dar. Quitando lo que es estrictamente sacramental, las funciones que yo desempeñaba las podría realizar perfectamente un laico o una laica. La doctrina conciliar sobre el laicado está muy asumida entre el clero, pero lo que es la práctica… Todavía hay clérigos que se creen que los laicos son un mero complemento”. Pero su fe en la corresponsabilidad laical no le impide ver que “también hay laicos muy clericalizados”.
Esa debilidad, añade, “se desprende todavía mucho del pensamiento de consiliarios y obispos, a los cuales hay que insistirles en que hay que fomentar la comunión y la corresponsabilidad, pues si, como dice el papa Francisco, los laicos son el 90% de la Iglesia, no están representados tal y como refleja esa proporción”.