El 24 de marzo, a las 20:00 horas en el WiZink Center (antiguo Palacio de los Deportes) de Madrid, los aficionados a la música podrán disfrutar de las actuaciones de artistas como Manolo García, Amaia Montero, Mikel Erentxun, Ruth Lorenzo, Soraya, Malú, Pablo López, Efecto Pasillo, Lagarto Amarillo o los concursantes de Operación Triunfo y representantes de España en Eurovisión Alfred y Amaia. Se trata de ‘La Noche de Cadena 100’, pero es un concierto que va más allá y abraza la solidaridad con Etiopía, pues sus fondos irán destinados a proyectos de Manos Unidas en el país africano.
Concretamente, el dinero recaudado beneficiará a 180 personas con discapacidad atendidas en Etiopía por la entidad eclesial. En pleno cuerno de África, es uno de los puntos del planeta más empobrecidos (de un total de 187 países, es el 173º en el Índice de Desarrollo Humano).
Más allá del peso que en sí mismas generan la exclusión y la vulnerabilidad, como explica Manos Unidas en la presentación de su proyecto, estas tienen consecuencias más allá para muchos: “Se estima que hasta el 17% de la población etíope sufre algún tipo de discapacidad debido a la pobreza, la ignorancia, la guerra, la hambruna y la falta de servicios de prevención y rehabilitación”.
Como suele ser habitual en estos contextos, las personas con discapacidades lo tienen, de por sí, mucho más difícil que el resto en su acceso a los derechos básicos como “la educación, la formación profesional o el hecho de tener un crédito para empezar un negocio”, además de que “son discriminados en el mercado laboral”. “Todas estas carencias –lamentan desde la ONG católica– conducen a una relación de dependencia total de sus familias. Muchos de ellos deben recurrir a la mendicidad para poder sobrevivir”.
En la capital, Addis Abeba, la situación no es mucho mejor… Algo que simboliza perfectamente el barrio de Nifas Silk Lafto, donde la mayoría de sus habitantes son desplazados internos que han huido de sus casas, en regiones rurales castigadas por las sequías o los conflictos. Además, buena parte de ellos están afectados por alguna discapacidad: ciegos, víctimas de la polio o la lepra, mutilados por haber pisado alguna mina antipersona…
Es en este barrio en el que Manos Unidas apoya la labor de la asociación SALU, impulsada hace más de 20 años por un grupo de personas ciegas residentes allí con el objetivo de fomentar su autonomía. La entidad imparte cursos de formación profesional y talleres de todo tipo, desde “la confección de escobas, cepillos, mopas, alfombras y esteras a corte y confección, pasando por la cría de gallinas y engorde de ovejas”.
Ahora mismo participan en el programa 180 personas, las destinatarias de los fondos recaudados en ‘La Noche de Cadena 100’. Gracias a SALU, muchos de ellos han podido poner en marcha negocios familiares o se han establecido en cooperativas.
En conversación con Vida Nueva, Goril Meisingset, coordinadora de proyectos de África Este en Manos Unidas, resalta los muchos casos de personas que trabajan en SALU y “para las que el proyecto ha supuesto un cambio radical en sus vidas”.
Es el caso de Yoseph Adanem, actual director de formación de SALU: “Llegó hace 17 años. Es ciego total desde los 26 años. Vivía en la zona rural de Etiopía y su discapacidad le impedía trabajar en el campo. Tuvo que trasladarse a Addis Abeba en busca de una vida mejor, pero se encontró mendigando en las calles para poder sobrevivir… Formar parte de SALU, junto a otras personas en su misma condición, le dio la vida… Ahora está casado y sus dos hijos pueden ir al colegio. Con su sueldo se ha convertido en el sostén de su familia. Su mayor deseo es que sus hijos puedan vivir sus propias vidas, unas vidas independientes y en paz”.