Mario Iceta estará en México para participar en el Congreso Teológico-Pastoral ‘Para que tengan vida’, que se celebrará en la Universidad Pontificia
El obispo de Bilbao y presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Mario Iceta Gavicagogeascoa, participará en el Congreso Teológico-Pastoral “Para que tengan vida”, que se llevará a cabo el 5 y 6 de marzo en la Universidad Pontificia de México.
En entrevista para Vida Nueva Digital, Iceta Gavicagogeascoa señaló, en principio de cuentas, que “una sociedad que cuida de la familia está asegurando un futuro humano y esperanzador”; y por el contrario, una sociedad que descuida a la familia “siembra un caldo de cultivo de violencia, tristeza y desesperanza”.
La conferencia que dictará el obispo de Bilbao lleva por título “Evolución de los temas en torno a la vida desde Humanae Vitae”, a través de la cual examinará las raíces culturales que suscitaron la promulgación de esa encíclica por el beato Pablo VI, y explicará cómo esos elementos, de modo esquemático, han ido evolucionando en estos últimos cincuenta años.
Iceta afirmó que “como cristianos, somos servidores de la vida, promotores y constructores de la ciudad de la vida, y en esta edificación, la familia adquiere una importancia capital, ya que es el lugar antropológico por excelencia donde nace la vida y donde es acogida, querida sin ningún condicionamiento, y acompañada en su recorrido existencial. La familia es, en palabras de san Juan Pablo II, el santuario de la vida”.
Al referirse a los retos y perspectivas de Humanae Vitae, a cincuenta años de existencia, recordó que esta encíclica se pensó y escribió en un contexto cultural y social complejo. Por un lado, “toda la cuestión de la revolución sexual, del feminismo que había evolucionado en su tercera o cuarta generación hacia un radicalismo, y ello con un sustrato de pensamiento materialista práctico, influenciado principalmente por pensadores como Marcuse. Además la cuestión del neomaltusianismo que tiene su expresión en las políticas de control de la natalidad que se implementan e impulsan decididamente en los países occidentales y se extiende a países en vías de desarrollo”.
Asimismo, refirió que “junto a ello, a nivel práctico, apareció la primera píldora anticonceptiva y el desarrollo exponencial posterior de los métodos anticonceptivos como expresión de lo que podríamos denominar imperativo tecnológico. Estos elementos marcan poderosamente la cultura contemporánea y se instauran en la cotidianeidad de la sociedad”.
Para Iceta, estos son precisamente los retos culturales que aparecen en la actualidad, y a los que se les debe dar respuesta desde la antropología cristiana. “Esta antropología subraya la dignidad del ser humano, del matrimonio y de la familia, de toda vida humana y del don de la sexualidad lenguaje corporal del amor en el que está también inserto el maravilloso don de la procreación humana. Esta concepción del ser humano es capaz de iluminar la verdadera dignidad del ser humano, por encima de condicionamientos ideológicos, demográficos o tecnocráticos, para la edificación de una sociedad y un mundo realmente humano”.
El obispo de Bilbao afirmó que toda persona humana es un don de incalculable valor, imagen de Dios, que se nos confía para que juntos alcancemos la plenitud a la que estamos llamados. “Por ello –dijo– toda vida humana debe ser acogida, querida, esperada, tutelada, promocionada, protegida, con independencia de cualquier condicionamiento. La persona humana es el regalo más grande que se nos puede confiar, y sin el cual tampoco nosotros podemos desarrollarnos plenamente como personas”.
Respecto al drama del aborto en el mundo, explicó que las legislaciones de los países a nivel global han ido liberalizando progresivamente esta práctica. “Existe a este respecto una gran amplitud de situaciones: desde lo que conocemos como leyes de plazos, donde se permite el aborto hasta un determinado número de semanas de embarazo, que varía según las legislaciones, principalmente en países del continente europeo y asiático, pasando por lo que conocemos como leyes de supuestos, que se va extendiendo por países de América latina y África, quedando en la actualidad muy pocos países donde el aborto no es permitido por la legislación”.
Lamentó que haya un acomodo de la sociedad hacia la práctica del aborto. “Se considera como algo que debe ser permitido, y en ambientes occidentales así como en las políticas que dimanan de organismos internacionales, llega a considerarse como un derecho ligado a lo que se conoce como salud reproductiva”.
Frente a esta situación, –añadió– es necesario “concienciar del don de la vida humana, también en el estadio inicial intrauterino, que como bien afirma el papa Francisco en la Amoris laetitia, merece ser esperado, acogido gratuitamente, reconocido como un don inmenso que se nos da, y proponer caminos que respeten tanto a la madre como al hijo en aquellas situaciones que puedan resultar problemáticas para la mujer gestante”.
Sobre las perspectivas para el siglo XXI sobre el valor, la dignidad y la defensa de la vida humana, Iceta señaló que cuando vemos las noticias que diariamente nos presentan los medios de comunicación, “se nos cae el alma a los pies”.
Y es que –dijo- “las terribles y cruentas guerras que siguen dolorosamente vivas en el mundo, las tremendas hambrunas y pobrezas que generan movimientos migratorios en situaciones lamentables y con finales trágicos, las situaciones de violencia e indignidad que muchas veces agreden de modo inmisericorde a niños, mujeres y ancianos, el desprecio por la vida humana de sistemas injustos de raíz política, económica y social instaurados en muchas regiones de la tierra, las situaciones de insolidaridad, egoísmo e injusticia… nos hacen ver la presencia de esa tenebrosa y cruel cultura de la muerte”.
Frente a este panorama –añadió- “que recuerda a aquella llanura llena de huesos secos de la que nos habla el profeta Ezequiel, también es posible vislumbrar a los sembradores de la cultura de la vida que acogen y tutelan la vida debilitada y empobrecida, que promocionan sistemas económicos y sociales justos, equitativos y solidarios, personas y grupos que comparten su tiempo, sus bienes y sus vidas generando minorías creativas donde es posible generar vida y esperanza, que recrean modos nuevos de economía de comunión, cooperativa, que propagan estilos de vida diferentes que hoy son verdaderamente contraculturales, como lo es el Evangelio”.
Finalmente, el obispo de Bilbao afirmó que es precisamente “esta la tarea que el Señor Jesús nos ha encomendado como testigos y sembradores del Reino de Dios en el mundo. Una tarea ciertamente apasionante en la que merece la pena empeñar la vida”.