El papa Francisco visitó la parroquia romana de San Gelasio, en el barrio de Rebibbia, al norte de la ciudad. En sus 46 años de historia, es la primera vez que un pontífice visita esta popular parroquia de la periferia romana situada junto a la cárcel que da nombre a la zona. De hecho, la pastoral penitenciaria y la atención a las familias de los detenidos es uno de los campos de actuación de la institución.
También, hoy en día, es una de las zonas que recibe un considerable número de migrantes. Esta fisonomía de la parroquia se ha hecho notar en el programa que ha seguido el pontífice en su visita.
Así, Francisco pudo conversar, en un primer momento, con los niños y jóvenes de la catequesis y el oratorio de la parroquia, que, junto a sus familias, esperaban al Papa en las pistas deportivas de la institución. A pesar de la lluvia propiciaron un alegre recibimiento, como se pudo leer en las pancartas y en el diálogo que Francisco mantuvo con algunos de los catequizandos. En su intervención, le Papa les lanzó una pregunta: “¿Me dejo llevar de la mano por Jesús?” Haciendo referencia a la lluvia, Bergoglio les aseguró que “así, como este día, es la vida”. “Hay tiempos bonitos y feos. Y, ¿qué tiene que hacer un cristiano? Ir hacia adelante, en los tiempos bonitos y feos, ¡ir hacia adelante! Jesús nos guía”, señaló.
El Papa también saludó a un grupo de ancianos y enfermos de la comunidad, a los que dio su bendición. El pontífice alabó la fuerza de su testimonio: “Con este testimonio suyo, con su fe, con su querer bien a la gente, con sus buenos deseos, es como conservar el fuego: vosotros sois los brazos del mundo, bajo las cenizas. Brazos de fe, brazos de esperanza”, señaló.
Y a los mayores les recomendó que no dejen de transmitir su experiencia a los más jóvenes: “Hablad con los jóvenes, necesitan vuestra experiencia, el fuego escondido que está en vuestros brazos”. “No lo olviden: son brazos de Jesús, de la historia, del mundo y de la Iglesia”, concluyó, a la vez que les solicitó sus oraciones.
En otro de los salones parroquiales, alejado de las cámaras, Francisco saludó a un grupo de pobres que son atendidos por los voluntarios de Cáritas y de otras actividades parroquiales como el banco de alimentos y de medicinas. El pontífice, al ver tantas familias atendidas recordó que “el futuro de un país, el futuro de una cultura, el futuro de una familia está en la vida”.
También, antes de la misa, conversó con dos jóvenes migrantes alojados por la parroquia, naturales de Gambia. También en la sacristía, el Papa ha confesado a algunos fieles.
La jornada se cerró con la concelebración con los sacerdotes que atienden a la comunidad parroquial. En su homilía, Francisco, a la luz del evangelio de la Transfiguración, resaltó la importancia de la escena como momento de preparación de los discípulos para comprender la cruz. Para el Papa este es el “camino de Jesús”, “triunfa a través de la humildad, la humillación de la cruz”, pero Él, “¡escuchadlo bien!, nos prepara siempre para el momento de la prueba”, “no nos deja solo, jamás”, sentenció.
También invitó a todos a escuchar la voz de Dios en el día a día. “En los momentos bellos; parémonos y escuchemos a Jesús, en los momentos malos, parémonos y escuchemos a Jesús, este es el camino. Él nos dirá que debemos hacer. Siempre”, sentenció. En el tiempo de Cuaresma incitó a escucharle en el el Evangelio y en la liturgia ya que “siempre nos habla al corazón”.
Al finalizar la celebración y despedirse de la asamblea, Francisco bromeó con lo desapacible del tiempo y les dijo: “Estoy pensando una cosa: abrir una parroquia en el Polo Norte y, como vosotros habéis tenido tanto fríos, podéis ir allí y hacer esa parroquia… ¿qué me decís? ¿Os gusta la idea?” Tras la broma, les agradeció la acogida y su bondad y pidió a todos que recen por los creyentes y no creyentes del barrio.