El obispo de Osorno, en Chile, Juan Barros ha estado en el ojo del huracán salpicando a muchos en su entorno, incluso al Papa Francisco durante su visita al país. En tres sucesivos capítulos, Vida Nueva ofrece una visión de conjunto de los hechos que ocasionan las denuncias a este obispo y sus efectos.
A continuación, el origen de esta compleja historia
Aunque ya tenía historia previa, en marzo del 2011 estalló públicamente el ‘caso Karadima’ cuando el doctor James Hamilton denunció en un programa televisivo de alta audiencia que, por muchos años, Fernando Karadima había abusado sexualmente de él. Pronto se sumaron otros tres denunciantes y al mes siguiente el New York Times divulgaba la noticia. El escándalo estremeció a la iglesia chilena ocasionándole un daño profundo que aún persiste.
El diario estadounidense dice que Karadima “es uno de los sacerdotes más respetados e influyentes de Chile. Algunos llegan incluso a llamarlo un “santo viviente”, que durante medio siglo entrenó a docenas de sacerdotes y ayudó a moldear a miles de jóvenes católicos de la élite de Santiago”. Efectivamente, unos 50 actuales sacerdotes fueron formados en la parroquia Sagrado Corazón de El Bosque. De ellos, cinco son actuales obispos en Chile.
La denuncia era tan increíble que varios conocidos y grandes empresarios chilenos, asiduos feligreses de la parroquia, hicieron gestiones de apoyo a su párroco. ¿Cómo fue posible llegar a esta contradicción? Un párroco calificado de “santo”, admirado y defendido por líderes de la iglesia y de los empresarios, al mismo tiempo protagoniza crímenes que más tarde el proceso canónico reconoció como verdaderamente ocurridos.
Alejandro Hunneus Cox, prestigiado y acaudalado sacerdote santiaguino que vivió entre 1900 y 1989, tuvo una enorme influencia en la Iglesia Católica chilena y en familias de la aristocracia, en los años 50. Convenció a la millonaria Loreto Cousiño de Lyon de construir una parroquia única, icónica, señera, con dependencias para recibir a una veintena de postulantes al sacerdocio en un barrio exclusivo y residencial. Así nace la parroquia del Sagrado Corazón, en la avenida El Bosque, del elegante barrio Providencia, de Santiago, cuyo templo terminó de construirse en 1947.
Para formar sus propios sacerdotes, parte del clero arquidiocesano, Hunneus creó la Unión Sacerdotal del Amor Misericordioso del Sagrado Corazón de Jesús, una Pía Unión que Karadima usó además como inmobiliaria para la compra de departamentos en el barrio El Bosque.
Esta Pía Unión, con sede en la parroquia El Bosque, fue la escuela para cientos de jóvenes que integraron su Acción Católica de entre los cuales surgieron decenas de sacerdotes y cinco actuales obispos. Entre ellos, Hunneus formó como sacerdote a Fernando Karadima Fariña y lo preparó para ser su sucesor. Durante muchos años pensó que éste era un hombre excepcional forjando así, tal vez, su leyenda de santidad.
Este estilo formativo llegó hasta 1961 cuando la Santa Sede ordenó que todos los postulantes de El Bosque se integraran al Seminario Pontificio de Santiago.
El Bosque se fue transformando en refugio para integrantes de la iglesia que se sentía agredidos por los cambios sociales y culturales que vivía el mundo. En ella encontraban una respuesta centrada en la prédica moral, desde una postura de superioridad, haciendo de esos aspectos un asunto central de la fe y de la expresión de religiosidad. Esto la convirtió en la favorita de una feligresía conservadora, que recelaba del discurso social adoptado tras el renovador Concilio Vaticano II por una iglesia a la que tildaban de “roja”.
Una vez sacerdote, Karadima se mantuvo en El Bosque y pronto fue su párroco, por casi 50 años hasta el 2006, aunque después se mantuvo siempre en esa parroquia. Destacó por el magnetismo de sus prédicas y alimentó la leyenda presentándose como discípulo del Padre Alberto Hurtado, además de ser sobrino de un obispo.
José Murillo en 2003; Verónica Miranda, esposa de James Hamilton, en 2004; y James Hamilton en 2005 fueron los primeros en formalizar denuncias en el Tribunal Eclesiástico de Santiago, aunque no siempre fueron acogidos, y luego en la justicia civil. El 2010 Karadima fue investigado por la Santa Sede y en febrero del 2011, a través del arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, la Santa Sede dio a conocer su veredicto que lo sentenció por abuso sexual a menores y abuso de autoridad. Fue condenado a una vida de retiro en oración y penitencia, además de la prohibición perpetua del ejercicio público de cualquier acto del ministerio, en particular de la confesión y de la dirección espiritual.
Otro enigma: ¿qué ocurrió con las denuncias entre el 2003 y el 2010?
En esos cincuenta años, El Bosque y su párroco fueron considerados por el Arzobispado de Santiago y la Nunciatura, en especial el Nuncio Ángelo Sodano quien mantenía lazos estrechos con Karadima, como un ejemplo a seguir, con fieles que repletaban su templo y confiaban a sus hijos a la formación de la Acción Católica de El Bosque.
Por esto el impacto que provocaron las denuncias y, sobre todo, el fallo canónico, tuvo efecto demoledor. La iglesia chilena quedó golpeada, con abandono de fieles, pérdida de credibilidad en la población y desconfianza en sus sacerdotes y obispos.
El obispo de Osorno tiene 62 años y, al igual que otros cuatro actuales obispos, fue discípulo de Fernando Karadima formado en la parroquia Sagrado Corazón de El Bosque. Desde 1983 fue secretario del arzobispo de Santiago, cardenal Juan Francisco Fresno quien lo ordenó sacerdote al año siguiente. En 1995 fue consagrado obispo y enviado como auxiliar a Valparaíso. El año 2000 es nombrado obispo de Iquique y el 2004 trasladado al Obispado Castrense hasta el 2015 cuando el Papa Francisco lo envía a Osorno generando el rechazo de muchos fieles de esa diócesis y diversas gestiones de obispos y sacerdotes, ante la Nunciatura y la Santa Sede, para evitar que se concretara esa designación.
Su nombramiento a Osorno provocó indignación en mucha gente de esa diócesis llegando hasta su rechazo. Pronto se sumaron los denunciantes de Karadima que lo señalan como testigo de las conductas de abuso sexual del párroco con jóvenes y con ellos mismos. Agregaron la acusación de encubrimiento por su reiterada negación de los hechos denunciados.
La tensión en Osorno se ha expresado en diversas manifestaciones durante estos años y en la campaña virtual “#FueraBarros” que tiene muchos seguidores. Este será el tema del próximo capítulo.