Fue la conclusión a su intervención. Con tono serio y firme. Más incluso de lo habitual. El cardenal arzobispo de Madrid se detuvo unos segundos, levantó la mirada y se dirigió a los ojos a quienes asistían a la presentación de ‘En tus ojos está mi palabra’ (Publicaciones Claretianas) en la sede madrileña del Instituto Teológico de Vida Religiosa. “La tentación más grande de la Iglesia española en estos momentos es ser reactiva. El Papa nos propone ser proactivos”, sentenció Carlos Osoro. Se hizo el silencio.
Fue su particular balance del eco que el Pontificado de Francisco, a punto de cumplir cinco años, está teniendo en nuestro país. Justo antes había comentado la necesidad de “una nueva evangelización que en este momento tiene un nombre: cultura del encuentro”.
Esta es la columna vertebral de la acción pastoral que promueve Francisco y que se recoge en los textos del libro que prologa Antonio Spadaro, presente en el acto: “La projimidad es la clave de toda acción personal para que podamos ser provocadores de ese cambio necesario”.
“A veces tenemos tentación de ser llorones y negativos, no entregamos el carácter pascual que tiene que tener nuestra vida”, recomendó. “Todo lo que nos dice el Papa marca rumbo, pero, ¿tenemos direccionalidad?”, preguntó el cardenal. “En un mundo desencantado estamos llamados a entregar propuestas de justicia y amor”, recordó Osoro, que puso en valor la propuesta de Bergoglio de “no dar encantamientos a medias ni políticos ni económicos, tampoco propuestas religiosas menores”.
Durante su alocución, confesó que la lectura del libro “ha sido para mí algo especial porque te va llevando sin darte cuenta en algo que es importante para nosotros: el modo de vivir y de hacer que nos plantea el papa Francisco”. “Lo pondría como texto obligatorio si todavía fuera profesor de teología pastoral”, sentenció el arzobispo de Madrid.
Tras el análisis de algunos de los textos que conforman la obra, Osoro subrayó que “las homilías del Papa tienen una estructura de diálogo que permite la relación entre Dios y el pueblo que le está escuchando. La predicación de Francisco une manos, corazón y vida. Es la Iglesia madre la que habla, no es la Iglesia que riñe y que busca coger a alguien en un renuncio”.