La oferta de cursos on line del Boston College recoge ya uno dedicado a conocer a fondo la exhortación apostólica ‘Amoril Laetitia’, una contribución académica a difundir el Magisterio del papa Francisco que ha sido posible gracias al teólogo Rafael Luciani, profesor de la Escuela de Teología y Ministerio del Boston College y que, además, es Miembro del Equipo Teológico Pastoral del CELAM y Coordinador del Proyecto Iberoamericano de Teología. Él ha comentado a Vida Nueva los detalles del curso y hasta qué punto es un deseo del mismo Francisco.
PREGUNTA.- ¿Qué supone que el Boston College albergue un curso dedicado a Amoris Laetitia?
RESPUESTA.- La ‘Escuela de Teología y Ministerio’ del Boston College es considerada como una de las mejores instituciones para estudiar teología a nivel internacional, en razón del nivel académico de su propuesta formativa, la internacionalidad de sus miembros y el tratamiento de temas que ayudan a profundizar en los cambios que necesitamos a la luz del Concilio Vaticano II. Las autoridades de la Universidad, como el resto de las instituciones universitarias de los Jesuitas en el mundo, se han comprometido a colaborar con los procesos de reforma que ha emprendido el Papa Francisco. Para ello, se han diseñado una serie de proyectos de orden académico y pastoral. Entre ellos, podemos mencionar la implementación de una plataforma virtual de formación continua que busca hacer accesible la teología a todos aquellos que quieran profundizar en los cambios que estamos viviendo en la Iglesia. El llamamiento hecho por el Papa en la Evangelii Gaudium a construir una ‘Iglesia en salida’ se manifiesta hoy en la opción que hace una universidad tan prestigiosa como el Boston College de poner a la disposición su estructura y recursos para acoger e integrar a personas que no tendrían la posibilidad, geográfica o financiera, de obtener este tipo de formación. En apenas un año hemos llegado a miles de personas y a más de 30 países, y queremos seguir creciendo porque entendemos que la academia ha de ser también un servicio eclesial en pro de la formación de esa gran mayoría de personas que no tiene acceso a este tipo de ofertas académicas.
P. ¿En qué sentido esta iniciativa responde a un deseo del papa Francisco?
R.- El año pasado, en audiencia privada con el Papa Francisco, le hice entrega de las Conclusiones del Proyecto Iberoamericano de Teología. Esta es una iniciativa que lidera la Escuela de Teología y Ministerio del Boston College y que busca crear puentes entre los teólogos de América Latina, España y la comunidad latina de los EE.UU. Queremos responder al llamamiento que nos hace la ‘Veritatis Gaudium’ a crear espacios de colaboración entre universidades católicas. Durante la audiencia también le hice entrega al Papa de un ejemplar de la ‘Revista Medellín’, del CELAM, donde hemos publicado una serie de artículos que profundizan en el Magisterio de Francisco. El Papa manifestó su deseo de profundizar la Exhortación Postsinodal ‘Amoris Laetitia’, y la riqueza que ofrece su moral de discernimiento y acompañamiento. De la conversación surgió la idea de usar la plataforma virtual del Boston College que comenzó a funcionar en el 2017 cuando dicté un curso sobre los “Aspectos sociales y políticos del pontificado de Francisco”. Para ese momento logramos atraer a miles de personas de toda Iberoamérica. El curso había sido fruto de mi libro sobre el “Papa Francisco y la teología del pueblo”.
P.- ¿Cuáles son las primeras reacciones que ha recibido?
R.- El curso comenzará el 20 de abril, pero ya hemos abierto las inscripciones. Al día de hoy contamos con más de 2.000 personas inscritas y creemos que superaremos las 10.000. Entre los inscritos contamos con obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, agentes pastorales y muchísimos laicos que quieren saber más del tema pero no están ligados necesariamente a la institución eclesial.
El curso ha llamado mucho la atención porque un grupo de obispos, laicos y algunos medios de información católicos han venido criticando a la exhortación, alegando que es un documento pastoral y no es normativo para la vida de la Iglesia. Recordemos que lo mismo sucedió con el Concilio Vaticano II. Por ello, hemos convocado a una serie de especialistas de gran prestigio internacional que nos ayuden a ofrecer claves de lectura y criterios para la interpretación de este importante documento. Queremos respaldar el proceso de reforma de las mentalidades que ha emprendido el Papa Francisco. Es lo que se llamó en Aparecida (V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, 2007) —y antes en Santo Domingo (IV Conferencia, 1992)— la conversión pastoral. Sólo de este modo estaremos preparados para acoger, integrar y acompañar a todas las personas independientemente de sus condiciones de vida, sin exclusión alguna.
El curso cuenta con el extraordinario respaldo de instituciones internacionales que lo copatrocinan y avalan. Entre ellas están la Federación Internacional de Universidades Católicas, el CELAM, la Pontificia Universidad Gregoriana, la Pontificia Universidad Javeriana, el CISAV, la Universidad Alberto Hurtado, la Unicap y la Universidad Iberoamericana, entre otras. Ciertamente esto es un reconocimiento a la calidad académica de esta oferta de formación virtual, pero también habla de la necesidad de integrarnos y trabajar juntos en función del bien común de tantas personas que no tienen acceso a una formación religiosa y teológica sólida en sus lugares de residencia.
P.- ¿Qué enfoque tiene esta propuesta formativa y quienes son sus destinatarios?
R.- Nuestros cursos en línea buscan ofrecer contenidos que nos ayuden a discernir los cambios actuales de la sociedad desde una fe comprometida con el modo de actuar y de vivir de Jesús de Nazaret. Esta propuesta cuenta con el respaldo de un profesorado muy reconocido que trabaja en las mejores universidades católicas del mundo. Por ello, combinamos la formación masiva y en línea, con contenidos de alta calidad académica. Las personas pueden ver las clases en vídeo y obtener material de lectura a través de la plataforma virtual, ajustando el estudio a su propio tiempo y disponibilidad horaria durante cada semana. Esta es la ventaja de la formación en línea. Por otra parte, esto hace que muchas personas que no tendrán acceso a este tipo de contenidos en los lugares donde residen, pueden ahora recibir clases, completamente gratuitas, de la mano de teólogos y pensadores muy reconocidos que están contribuyendo a los cambios que vivimos en esta primavera eclesial.
P.- ¿Cuáles son los temas centrales del curso?
R.- El curso durará 5 semanas e iremos exponiendo criterios básicos que ayuden a leer e interpretar los núcleos fundamentales y más controvertidos de la exhortación. Comenzamos explicando lo que es el modelo eclesial sinodal y en qué sentido este documento magisterial es normativo y no sólo orientativo para la vida eclesial. Profundizaremos en lo que es una moral centrada en el discernimiento y el acompañamiento. Le dedicaremos un importante espacio al Concilio Vaticano II, ya que es central para comprender el proceso de reformas que lleva adelante el papa Francisco. Tocaremos temas muy concretos y controvertidos en relación a lo que se entiende por amor, los tipos de unión, el cuidado pastoral que se requiere tomando en cuenta la especificidad y particularidad de cada caso. Abordaremos el tema de las situaciones irregulares a partir de las objeciones que algunos han hecho al capítulo VIII de la Exhortación. Queremos ofrecer vías de acogida a quienes han sido excluidos de la vida sacramental por una errónea interpretación de la moral católica y la disciplina eclesiástica. Algunos de los profesores participaron en el Sínodo y otros llevan años enseñando y publicando sobre estos temas. Con un profesorado tan reconocido, estoy convencido que este curso ayudará a formar criterios sólidos y aclarará las dudas de tantas personas que han sido confundidas por malas prácticas pastorales e interpretaciones erróneas de la moral católica.
P.- ¿Qué urgencias pastorales y sociales presenta la realidad familiar a la Iglesia y al mundo?
R.- Hay una serie de situaciones a las que la Iglesia no ha sabido responder, ocasionando que muchos se alejen. Entre ellas podemos mencionar a las parejas que se les niega el acceso a la comunión porque se han divorciado y vuelto a casar, o porque viven con parejas del mismo sexo. La actitud de enjuiciamiento ha hecho mucho daño. El Papa Francisco se ha referido, desde que era cardenal en Buenos Aires, a la “moralina de los curas”. Es lo que Benedicto XVI llamó “la reducción ética del cristianismo” o “la tentación moralista” del clero. El Papa Francisco ha dicho reiteradamente que esto no será superado si no hay una verdadera conversión de las mentalidades. De ahí que se requiera formar al clero, a los obispos y a los agentes pastorales en lo que es el amor humano, en su complejidad y los condicionamientos y circunstancias que lo hacen vivir con mayor dificultad en estos tiempos. De otro modo estaremos anclados en lo que Aparecida definió como la “pastoral de conservación”, que sólo se preocupa por la sacramentalización de los fieles, pero poco atiende a la necesidad de una “conversión pastoral” de las estructuras y los modos de proceder de los miembros de la Iglesia. Este cambio supone fomentar actitudes de acogida e integración, de diálogo y discernimiento de cada caso concreto. Nunca podemos decir que estamos totalmente perdidos, como tampoco que todo acto malo es igualmente imputable. Sin esta visión, que desarrollaremos a lo largo del curso, la moral cristiana caería en un rigorismo insoportable, que sólo aleja y nunca acerca, y no ayuda a crecer progresivamente en el amor.
Amoris Laetitia no es una exhortación que se limita a tratar el amor matrimonial como ideal cristiano. Ella habla, ante todo, de la centralidad del amor en la vida diaria de todo sujeto. El amor que nos define como sujetos humanos y nos hace crecer de modo procesual en el tiempo en muchos modos y formas posibles. Por ello, esta hermosa Exhortación nos invita a asumir el camino de la misericordia a través de la puesta en práctica de una moral de discernimiento que acompañe e integre a la mayor cantidad de personas y situaciones posibles dentro de la Iglesia, especialmente aquellas que consideramos irregulares. Como recuerda Francisco en la Exhortación: “nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio. No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren” (AL 297).