Carteles con la leyenda “Descanse en paz, hombre bueno y justo”, aparecieron durante el cortejo fúnebre por la Plaza de la Constitución, donde miles de fieles se congregaron para darle el último adiós
Con vítores y aplausos, el pueblo de Guatemala despidió este martes a su arzobispo, monseñor Óscar Julio Vian Morales, quien falleció la madrugada del pasado sábado a la edad de 70 años, a causa de complicaciones en su salud, producto de un cáncer que le aquejaba desde hace varios meses.
Cientos de fieles se aglutinaron desde muy temprano en la Catedral Metropolitana para darle el último adiós a quien fuera su pastor por siete años, en una celebración eucarística que fue presidida por el cardenal nicaragüense Leopoldo José Brenes, y concelebrada por una treintena de obispos de la región, entre ellos el cardenal Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador, y el nuncio apostólico en el país, monseñor Nicolás Thevenin.
A la misa de exequias acudieron también autoridades de gobierno, como el presidente Jimmy Morales, el vicepresidente Jafeth Cabrera, la fiscal general Thelma Aldana, el Comisionado General contra la Impunidad en Guatemala, Iván Velásquez, así como algunos ministros y miembros del cuerpo diplomático en el país.
Al inicio de la celebración, el cardenal Brenes se refirió al arzobispo fallecido como un gran hombre, hijo de Don Bosco y fiel devoto de la Virgen María, y un pastor cercano a su gente y a sus hermanos en el episcopado latinoamericano.
Al finalizar el acto litúrgico, el Nuncio Apostólico leyó el pésame del papa Francisco al pueblo guatemalteco, y dio a conocer que monseñor Raúl Antonio Martínez Paredes, quien funge como vicario general y obispo auxiliar de Guatemala, ha sido nombrado por el Santo Padre como administrador apostólico.
Momentos emotivos se vivieron cuando el féretro con los restos del arzobispo Vian salió de la iglesia catedral hacia la Plaza de la Constitución, donde lo esperaban miles de personas para ovacionarlo con innumerables manifestaciones de agradecimiento. Carteles con la leyenda “Descanse en paz, hombre bueno y justo”, se dejaron ver a lo largo del lento recorrido del ataúd por la plaza central, antes de ser trasladado a la cripta de la Catedral donde finalmente fue inhumado.
Tras el deceso del prelado el pasado fin de semana, la prensa guatemalteca no ha cesado de destacar las críticas que el Arzobispo Metropolitano dedicaba en sus homilías dominicales y ruedas de prensa tanto al gobierno como a los legisladores por la violencia, pobreza y corrupción que sufre ese país, así como por la falta de atención a los grupos más vulnerables.