Toda misión de gobierno, de liderazgo, debe ser misión de servicio”. Un año después de convertirse en prelado del Opus Dei, el español Fernando Ocáriz analiza el tiempo pasado al frente de esta realidad eclesial, en el que sus esfuerzos han ido dedicados, sobre todo, a las prioridades marcadas en el congreso celebrado tras la muerte del anterior prelado, Javier Echevarría: la evangelización en el campo de la familia y de la juventud.
Ocáriz dice que el “impulso evangelizador” del Pontífice argentino ya se nota en las parroquias, donde han aumentado el número de confesiones, y asegura sentir “pena” por la polémica surgida en algunos círculos eclesiales a cuenta de la exhortación apostólica sobre la familia, ‘Amoris laetitia’. “De la boca de un hijo de la Iglesia no debería salir una crítica destructiva hacia nadie, y menos hacia el Papa”, advierte.
PREGUNTA.- En enero de 2017, fue elegido prelado del Opus Dei, responsabilidad para la que fue confirmado por el papa Francisco. ¿Cuáles considera que son las decisiones más importantes que ha tomado al frente de esta institución en el año que lleva como prelado? ¿Y las mayores dificultades afrontadas?
RESPUESTA.- Gran parte del trabajo ha sido abordar las prioridades que el Congreso general del Opus Dei fijó para los próximos años: principalmente, la evangelización en el campo de la familia y de la juventud. En esas áreas hay muchos retos que compartimos todos en la Iglesia. Nuestra sociedad necesita novios y matrimonios que manifiesten la belleza de un amor auténtico, testimonios de una vida feliz y plena en el compromiso matrimonial. También debemos preocuparnos por nuestros jóvenes, salir al encuentro de sus anhelos e inquietudes. Al mismo tiempo, tampoco podemos olvidar a los más necesitados: enfermos, inmigrantes, desocupados, pobres, etc. Tienen un lugar privilegiado en el corazón de Jesús, y deben tenerlo también en el nuestro. Gracias a Dios, en los meses que llevo de prelado, no he encontrado dificultades especiales. Confío mucho en la fuerza de la oración de tantas personas.
P.- ¿Qué le diría a quienes consideran al Opus Dei un grupo cerrado, sectario y de ideología ultraconservadora?
R.- En primer lugar, que las personas del Opus Dei –como es obvio– no somos perfectos, que tenemos defectos, que cometemos errores… Al mismo tiempo, les invitaría a que se animaran a conocer de primera mano la realidad, sin dejarse llevar por los clichés. ¡Qué buen ejercicio es, en la vida, dejarse interpelar por la verdad! Fíjese, en los años 60 teníamos el problema contrario: no pocos decían que el Opus Dei era una innovación peligrosa. Conservar con fidelidad la fe recibida en la Iglesia no hace a nadie ultraconservador. Progresar en la misión de extender la luz de Cristo, atentos a las características de cada momento, no les hace acreedores a la etiqueta de progresistas.
P.- ¿Cuál considera que ha sido el mayor logro de Francisco hasta ahora en su pontificado?
R.- Ya se pueden ver algunos efectos de su impulso evangelizador. Francisco lleva a la Iglesia a manifestarse, cada vez más, como la encarnación de la misericordia divina. Es un pastor que va guiando a la grey con su palabra y con su ejemplo: con la coherencia entre lo que dice y hace. Luego, alienta con mucha frecuencia a recurrir al sacramento de la reconciliación. Se nota ya en las parroquias. El Papa también llama a un empeño pastoral más alegre y entusiasta. Sostiene a las familias en sus luchas, confirmándolas en la asistencia del Señor, pese a todas las dificultades y las deficiencias.