Viernes sorpresa de misericordia para el Papa. Fuera de agenda oficial, Francisco ha visitado esta tarde la “Casa di Leda”, el primer hogar de acogida para mujeres reclusas con hijos inaugurado el pasado mes de julio. Así, en la casa viven actualmente cinco madres jóvenes, de entre 25 y 30 años, tres romaníes, una egipcia y una italiana, según informa el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Se trata de mujeres que han cometido delitos menores que no incluyen la detención y pudiendo conmutar su pena a través de trabajos útiles para la comunidad. Un gesto que visibiliza la situación de exclusión en la que viven más de 4.500 madres con niños en toda Italia.
A lo largo de la visita, se pudo ver a Bergoglio jugar con los chavales, a los que regaló los tradicionales huevos de Pascua y con quienes estuvo merendado. Las mujeres quisieron corresponder la visita del Papa con algunos de los objetos elaborados por ellas en los talleres d formación y formación del centro.
El director del hogar, Lillo Di Maduro, relató a Francisco las dificultades del colectivo para salir adelante. “Somos los invisibles”, reivindicó Di Maduro en nombre de los pequeños, que en su nombre, dijo: “Para defender la dignidad de nuestros padres detenidos nos cuentan mentiras, haciéndonos creer que entramos en un colegio o en un puesto de trabajo”.
En este mismo relato, denunció que “somos perseguidos, violentados en nuestra intimidad de la mano de adultos desconocidos que nos quitan los peluches, los pobres juegos que son nuestros amigos, para abrirlos, controlarlos, a veces nos quitan la ropa interior para asegurarse de que nuestras madres no nos hayan escondido drogas”.