Ya está en el mercado ‘Decir haciendo’ (editorial San Pablo), el último libro de la religiosa de la congregación Apostólicas del Corazón de Jesús Pepa Torres Pérez. Teóloga, educadora social, profesora… en esta obra recoge algunas de sus colaboraciones en diferentes medios de comunicación. Reflexiones que comparte y que titula “Crónicas de periferias”.
PREGUNTA.- ¿Qué mundo aparece reflejado en “Decir haciendo”?
RESPUESTA.- ‘Decir Haciendo’ es un libro que recoge mis colaboraciones desde hace cuatro en prensa escrita como ‘Alandar’ o ‘Alfa y Omega’ y como bloguera en ‘Entre Paréntesis’ y ‘Cristianismo y Justicia’. En este sentido es una reflexión de hechos de la actualidad analizados y vividos desde el barrio de Lavapiés y que recoge mucho de su cotidianidad. Son historia colectivas que hemos protagonizadas muchas de sus gentes. Historias colectivas de resistencia y esperanza frente a la violencia de la política de fronteras y del neoliberalismo.
P.- El juego de verbos del título, ¿es algo más que una manifestación de intenciones?
R.- El título es precisamente el de la sección de mi colaboración en, ‘Alandar’. Está tomado del movimiento zapatista y ciertamente pretende romper con dicotomías históricas propias del pensamiento occidental. Cundo la palabra se separa de la praxis deja de ser verdadera y se convierte en discursos vacío y deja de significar. La palabra no es sólo Logos, ha de acuerparse. La acción es palabra hecha praxis, hecha gesto, hecha encarnación. Si además la palabra brota de la acción colectiva o se inspira en ella, como es el caso de este libro, es una palabra que se nos desapropia, no tiene dueño. Pertenece a muchos y muchas, aunque alguien la ponga escrito. La palabra además para ser verdadera ha de emerger del procesar internamente la hondura de los acontecimientos, lo que María Zambrano llamaba pasar “el Logos por las entrañas” y por eso la palabra que brota del pensar la praxis y la acción colectiva no tiene por qué estar exenta de pasión porque la pasión es movilizadora y siempre toma partido.
P.- ¿El subtítulo es “crónicas de periferias”, qué periferias necesitan que se les dé voz en un libro como este?
R.- Exactamente el libro no pretende dar voz, sino en todo caso poner micrófono a la palabra de quienes son los protagonistas de muchos hechos que narro. Son voces de compañeros y compañeras migrantes, amigos, vecinos y vecinas, activistas en las luchas por la supervivencia cotidiana y “el derecho a tener derechos” que el neoliberalismo hoy niega a tanta gente. La vida verdadera no coincide con la ‘postverdad’ que se nos cuenta en los medios de comunicación de masas o en los discursos del miedo que criminalizan la pobreza. El libro narra el torrente de vida sumergida en los márgenes, formas de resistencia y solidaridad que son propuestas frente a la a la impotencia inducida y al ‘no hay nada que hacer’.
P.- La presentación ha sido en una librería de Lavapiés, este popular barrio de Madrid que es una “periferia” casi en pleno centro. ¿Cuánto de Lavapiés hay en esta obra?
R.- Prácticamente todo, no sólo porque es ‘la zarza ardiente’ desde donde releo el evangelio e intento vivirlo y en este sentido configura mi pensamiento, mi teología, los rostros y nombres de Dios que se me revelan mas allá de toda frontera, sino también porque nada de lo que cuento es ficción, sino historias cotidianas. Textos que narran luchas, sueños, temores, indignaciones y rebeldías y también victorias en las que tenemos empeñada la vida alguna gentes que habitamos Lavapiés y que nos hemos conocido cruzando fronteras de distintas maneras y en complicidad contra ellas.
Textos que todavía me duelen como ‘Tigres en las entrañas’ o ‘Sobre pájaros almas y libertades’ referidos a los CIES y a las deportaciones exprés. O textos que aún me siguen energetizando y haciendo sonreír porque las luchas entre David y Goliat son posibles y se hacen históricas, aunque sean a ráfagas como el titulado ‘De amor o de sombra o como parar un vuelo de deportación’. O textos también ‘cargados a reventar’ de esperanza, y hoy, en este punto, quizás un poco menos… Me refiero a ‘Lento pero viene en plena pasión municipal’, o ‘Las mezquitas y el run run de las calles’, O textos que todavía me siguen estremeciendo como ‘No tinc por’, sobre los atentados de Barcelona vividos desde mi barrio.
P.- Una balsa de refugiados y unos manteros son las fotos que aparecen en la portada. Para los que creen que estamos ante una moda pasajera, ¿cuál es el alcance real de estos problemas sociales?
R.- Las personas migrantes no son un problema social sino una oportunidad para abrir la conciencia y la convivencia de que vivimos en ‘un mundo donde caben muchos mundos’ y que no puede ser que ‘unas vidas valgan más que otras’ dependiendo del lugar de nacimiento, el color de la piel, la cuenta bancaria, la religión o de si tengan papeles o no. Los flujos migratorios han existido siempre, Europa por ejemplo nace gracias a ellos. Otra cosas es como se está regulando actualmente en base a los intereses del capital, la externalización de las fronteras, y el negocio de la xenofobia. Otra cosa es que junto con el derecho a migrar haya que reivindicar también el derecho a no migrar. Son los mismos intereses de quienes expolian los países del Sur, quienes “fabrican las guerras” quienes luego criminalizan el flujo imparable de las personas que cruzan las fronteras buscado la vida aun a costa de arriesgarla en ello.
P.- Se define como teóloga y cómo activista, ¿qué hay de cada una en estas crónicas por las que pasan muchos estados de ánimo?
R.- Para mí, ser teóloga es reflexionar sobre los fundamento de la vida y el Misterio que la sostiene y narrarlo en categorías inteligibles para las mujeres y los hombres buscando generar dialogo y encuentro y creo que el libro tiene mucho de ello desde la sencillez pero también desde el espesor y la hondura de los acontecimientos que narro o sobre los que reflexiono. Me identifico también como activista porque el Evangelio nos mueve a ello. El Evangelio es un grito y por eso también reivindico la teología del grito. El Evangelio en cuanto a inspiración es una mística que conlleva una política, una forma de estar en el mudo comprometidos y comprometidas con la justicia y contra toda forma de violencia y explotación. ‘Decir Haciendo’ es sobre todo una historia de amor, no de amor romántico o de amor burgués, sino de amor político, de coraje cívico desde y con aquellos y aquellas a quienes la Ley de extranjería invisibiliza y criminaliza, aquellos y aquellas que como decimos en uno de lo colectivos de los que hablo en el libro y del que formo parte ‘Territorio Doméstico: Querían brazos y llegaron personas’ y estas personas hoy son nuestros amigos y amigas,, nuestros compañeros y compañeras de sueños y luchas, nuestra familia y esto queremos que no se borre nunca de la memoria…una memoria insumisa y rebelde frente a la inhumanidad de la política de las fronteras y del neoliberalismo.