La instauración de un consejo de asuntos económicos, la aprobación de un reglamento administrativo que “proporcione directrices operacionales bajo el carisma y el directorio del plan económico”, la creación de una comisión o grupo de trabajo sobre “asuntos específicos de naturaleza jurídico-económica” o la identificación de “formas efectivas de coordinación entre el ecónomo general, los ecónomos provinciales y los responsables de las obras”. Estas son algunas de las indicaciones contenidas en ‘Economía al servicio del carisma y de la misión’ –publicada por la Libreria Editrice Vaticana–, que presenta una serie de orientaciones para la gestión de bienes económicos por parte de los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica.
Como adelantó Vida Nueva en noviembre, el prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA), João Braz de Aviz, y el secretario del dicasterio, José Rodríguez Carballo, presentaron el texto ayer, 6 de marzo, en la Pontificia Universidad Antonianum. Esta nueva normativa, subraya la necesidad de “asumir una metodología y unos instrumentos para anticipar y guiar los cambios en el obrar cotidiano”, según explicó Carballo y recoge L’Osservatore Romano. El objetivo principal sería pues conseguir la capacidad de “interpretar el mundo y las exigencias de hoy en día”, indicó.
En lo referido al plano carismático, Carballo mencionó que “las decisiones operativas sobre los bienes podrá asumirlas el superior general y sus consejeros dentro de un marco de referencia compartido fuera de una lógica emergencial y lejos de decisiones autorreferenciales”. Además, para garantizar que las decisiones se tomen conforme al carisma del instituto, los capítulos generales están “invitados a aprobar un directorio económico u otro texto análogo”.
Al servicio de los pobres
En otras palabras, lo que pide el texto es “potenciar los recorridos formativos en la dimensión económica conforme a la Doctrina Social de la Iglesia, con atención específica a problemas económico-administrativos”. Piden, asimismo, favorecer momentos compartidos con otros institutos de estudio y formación en estos temas.
El arzobispo Carballo quiso insistir en la presentación en que el problema de la pobreza impregna todo el documento. Y es que “no puede ser de otra forma: la gestión de los bienes de los institutos y sociedades se entiende solamente dentro de las huellas de Cristo pobre”. Así, se conmina a todos ellos a tener “un verdadero encuentro con los pobres dando lugar a un hábito de compartir que se transforme en estilo de vida”.
Esto exige tanto pobreza personal como pobreza comunitaria, porque “cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en la que pretenda vivir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con eficacia para que los pobres vivan con dignidad y para la inclusión de todas las personas, correrá el riesgo de ser disuelta”, subrayó.
A las comunidades de Vida Consagrada pide también buscar “los caminos para acercarse a los pobres”, ya que el deseo de “acercarse al Señor ofreciendo nuestra vida por el prójimo no puede quedarse en las ideas, sino traducirse en una mentalidad de proyecto capaz de cambiar el mundo, de abrir caminos”. Y recalcó que los carismas “no buscan ocupar espacios de poder, sino que nacen como respuesta a las necesidades de los más pequeños y frágiles”. Finalmente, Carballo exhortó a “vivir la Providencia, que sigue siendo nuestra primera fuente de financiación, y saber recoger lo que Dios envía a nuestras vidas y abrir las manos para restituírselo a los pobres”.