Son una masa humana de casi nueve millones de personas a las que muy pocas veces se ha visto tan enojada. Consideran que, con el exiguo aumento del 0,25% de sus pensiones, muy por debajo del 1,5% que han aumentado los precios en 2017, el Gobierno les roba. Han dejado sus achaques a un lado y han salido a las calles de España a gritarle a los partidos políticos que “quien roba las pensiones, lo paga en las elecciones”. Y, para asegurarse de que lo escuchan bien, han ido a coreárselo también al Congreso de los Diputados. Absortos con el procés en Cataluña, más pendientes de las encuestas y la fragmentación política que de la realidad, los abuelos han logrado despertar a la clase política, que, en un tiempo récord, ha convocado el Pacto de Toledo para analizar la situación de las pensiones y las demandas de los yayoflautas.
“Es impensable que un país europeo como España diga que no puede sostener su sistema de pensiones. No se le puede decir a los mayores que, tras toda una vida contribuyendo económicamente, al final no les servirá para nada. Eso es para echarse a la calle no un día, sino todos. Los pensionistas ven que los distintos gobiernos les han engañado y no lo pueden admitir. La gente se puede indignar tanto que podemos asistir a la revolución más sonada que podía tener la sociedad española”, asegura José Ramón Solanillas, responsable del Programa de Mayores de Cáritas Española.
“No creo que vaya a ocurrir nada tan grave, pero no se debe jugar con fuego, y los políticos deben ejercer su responsabilidad de manera muy clara y directa, porque no se puede permitir que la situación de los pensionistas se acabe deteriorando tanto que al final sea verdaderamente insostenible”, añade.
En la misma línea se ha pronunciado la Conferencia Episcopal Española a través de su portavoz, José María Gil Tamayo, quien el pasado 1 de marzo, tras la reunión de la Comisión Permamente, hizo “una llamada a que todas las fuerzas políticas y sociales implicadas en la solución de los problema de los pensionistas olviden los hechos diferenciales de contraposición partidista y electoralista y trabajen de forma concordada para asegurar a nuestros mayores, que han sido el gran colchón en la crisis, sobre todo con las familias más empobrecidas, tengan un desarrollo de pensiones digno y estable, y que no pongan en situación de preocupación a las generaciones futuras”.