Cuando un líder mundial escribe un mensaje sobre una cuestión determinada, sueña íntimamente con que muchos encarnen en obras sus palabras. En el caso de Francisco, puede congratularse, pues sus invitaciones sobre todo tipo de retos causan un fuerte impacto en millones de personas. Sus frases se rebotan en masa en la Red y sirven de lema para importantes encuentros. Pero, ¿y luego qué, dan a luz acciones? Aquí ponemos tres ejemplos que reflejan que el de Bergoglio es un magisterio encarnado.
Víctor Herrero es un fraile capuchino que, en conversación telefónica con Vida Nueva desde Roma (con el eco de los fieles de San Pedro de fondo), nos cuenta una iniciativa de su comunidad que es un claro exponente de ‘Laudato si’’. En el histórico convento en El Pardo (Madrid), con más de cuatro siglos de existencia, impulsan la pequeña empresa Huerto Hermana Tierra, que vende sus productos, 100% ecológicos, en conventos de la congregación en Madrid y en tiendas.
‘Amoris laetitia’ se encarna a la perfección en Marga Calderón, que nos cuenta su historia de dolor y, al fin, de esperanza: “Fui divorciada desde 2008, aunque dos años después falleció mi exmarido, por lo que soy viuda. Mi divorcio fue tremendo e inesperado, tomada esta decisión inexplicablemente por él, que estaba gravemente enfermo de cáncer, aquejado de múltiple metástasis y próximo a una muerte cercana. No fue un divorcio normal, de mutuo acuerdo o hablado, sino raro, complicado y difícil de entender y aceptar. No hubo explicación alguna por su parte; fue él quien tomó esta decisión y la llevó a cabo de inmediato a través del divorcio exprés”.
‘Evangelii gaudium’ tiene un embajador de lujo en Gustavo Carrara, ordenado recientemente como obispo auxiliar de Buenos Aires. Consagrado en su día diácono y sacerdote por el cardenal Bergoglio, él era uno de los curas villeros a los que el hoy Papa pidió encarnarse en el extrarradio de la urbe bonaerense, en contextos marcados por la marginalidad. Cuestionado por esta revista sobre la esencia de Francisco, Gustavo destaca “su deseo de que la alegría del Evangelio esté en el corazón de una Iglesia en salida, que primerea, se involucra, acompaña, fructifica y celebra”.