“En el municipio Francisco Pizarro-Salahonda no se llevaron a cabo las elecciones parlamentarias por el total abandono del Estado”. Así lo ha manifestado el párroco de Salahonda, Miguel Eduardo Molina Viveros –contactado por Vida Nueva–, asegurando que “si esta situación sigue así, se extenderá hasta las elecciones presidenciales”.
La determinación de los habitantes del municipio de Francisco Pizarro-Salahonda, en el departamento de Nariño, de suspender la jornada electoral de ayer, 11 de marzo, marca un precedente contra la corrupción política y a favor de la dignidad de un pueblo, que ya completa más de medio siglo sin agua potable, acueducto, y con graves deficiencias en los servicios de salud y de energía.
“Al Estado, al parecer, no le importa este municipio, por eso se tomó la determinación de no votar”, agrega el sacerdote, denunciando, a su vez, las represalias de la fuerza pública durante la jornada electoral: “llegaron los hombres del ESMAD [Escuadrones Móviles Antidisturbios] haciendo disturbio, como de costumbre”.
Hasta el poblado, ubicado aproximadamente a una hora en lancha, desde Tumaco, al sur del país, en efecto, “llegaron helicópteros de tropas del Ejército Nacional para dispersar a los manifestantes”, lanzando gases lacrimógenos en el momento en que terminaba la Eucaristía dominical, según ha detallado El Tiempo, “por lo que a los feligreses que se encontraban al interior del templo hubo necesidad de evacuarlos por la puerta de la casa cural”.
“Ellos han tomado la decisión de no votar y no permitir que la gente vote”, sostiene el padre Molina. Los líderes de la comunidad, por su parte, han expresado que “es inconcebible que los políticos solo aparezcan en nuestros pueblos en los procesos electorales, mientras nosotros por más de 50 años no gozamos del derecho eficiente de la salud, la energía, el agua potable, la educación y otros. Por eso, el pueblo ha tomado la decisión de no permitir que se lleven a cabo las elecciones parlamentares del 11 de marzo”.
Alfredo Riascos, uno de estos líderes, subraya que “año a año nuestro presupuesto, el patrimonio del ciudadano, desaparece con la venia de las entidades de control. Es así –continúa– que ni la Contraloría departamental, ni la Procuraduría departamental, ni la Superintendencia de Servicios Públicos, se dan por enterados de la problemática de esta población necesitada de la protección que ellos deben brindar”.
También las religiosas de la Compañía de María, que llevan adelante la Institución Educativa Agroecológica La Playa, dan fe de la grave situación que atraviesa el municipio.
“Llevamos dos meses de mucha irregularidad en el servicio de energía, y cada vez con menos esperanza de que las plantas [de energía] puedan ser reparadas, lo cual nos ocasiona muchos inconvenientes a todos”, ha dicho la responsable de la pastoral del colegio, la Hna. Luz Eugenia Vallejo –consultada por Vida Nueva–, refiriéndose, además, a los inconvenientes que genera la ausencia de energía al servicio que presta la institución a sus 550 estudiantes, a través del restaurante escolar.
“Como ciudadana asistí a la primera asamblea que convocó la comunidad [la semana pasada], para protestar por la falta de energía”, comenta la religiosa, explicando que “después de muchas intervenciones, en las que varios líderes fueron tomando la palabra, se tomó la determinación de hacer un paro cívico general, en plena coyuntura electoral, pero sin desmanes, sin acudir a las vías de hecho ni a la violencia”.
En víspera de las elecciones legislativas, fue la misma comunidad la que recorrió el pueblo forzando a cada una de las instituciones –incluyendo a la registraduría– a que cerraran sus oficinas.
“Tenemos la sensación de que estamos ante un hecho histórico. Salahonda se cansó y despertó en defensa de su dignidad”, dice la Hna. Vallejo, añadiendo que “nosotras, desde el colegio, estamos acompañando este movimiento”.
Riascos, por su parte, se enorgullece al decir que “estamos ante la ‘primavera’ en Francisco Pizarro-Salahonda. Veo con sorpresa y alegría la capacidad de mi población de levantarse del letargo en el que hemos estado sumidos desde 1975, año en el cual nos hicimos municipio”.