La comisión episcopal de pastoral especial para enfrentar el tráfico humano, de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB por sus siglas en portugués), entre los días 1º y 4 de marzo realizó la misión ‘Fronteras Brasil/Venezuela, en las ciudades de Boa Vista y Pacaraima, con el fin de conocer in loco las implicaciones del flujo migratorio venezolano.
Así lo dieron a conocer en una carta abierta a la sociedad brasileña, al concluir su misión, orientada “especialmente para verificar la frecuencia de casos de trata y ser presencia solidaria y profética”
Refugios de migrantes
Los obispos visitaron los refugios de migrantes venezolanos en Tancredo Neves, en Boa Vista, y los refugios de indígenas waraos en Paracaima y Pintolândia. Asimismo tuvieron audiencias con las autoridades locales tanto civiles y eclesiales, incluyendo la gobernadora, la policía federal y los obispos de Roraima y Santa Elena de Uairen.
También participaron en programas de radio y televisión, y celebraron encuentros con la Pastoral Social y el Comité estatal para la lucha contra la explotación sexual y trata de personas.
La CNBB, en figura de Enemésio Lazzaris, obispo de Balsas y presidente de esta Comisión episcopal, señaló que estas actividades “nos permitieron conocer la realidad cruel e inhumana que demanda respuestas rápidas, eficaces y articuladas de la Iglesia, del Estado y de la sociedad en general”.
Vimos, escuchamos y sentimos
A partir de esta experiencia de inmersión y solidaridad, los obispos brasileños han puesto sobre el tapete sus percepciones en torno al drama que viven los migrantes, a guisa de denuncia, en clave profética de ver, escuchar y sentir.
En primer lugar, “nuestros ojos vieron: extensas filas de migrantes y refugiados en busca de documentación, transporte, alimentación y trabajo; niños hambrientos, desnutridos, enfermos y sin escuela; jóvenes desempleados y sin perspectiva de futuro, expuestos a la drogadicción y todo tipo de vulnerabilidades; mujeres víctimas de violencia, de explotación y laboral”.
Ante esta situación, los obispos lamentan, además, la presencia de “personas inescrupulosas explotando la miseria de los hermanos migrantes”.
Además de esto, expresan que “nuestros oídos escucharon: lamentos de dolor y denuncias de situaciones graves de violación de derechos fundamentales y falta de implementación de políticas públicas elementales como alimentación, salud, higiene, seguridad, educación; denuncias de violencia policial, violencia contra la mujer, explotación sexual y del trabajo, tráfico de drogasy de personas y de completa omisión del poder público”.
Por último, en su carta los obispos comparten sus sentimientos: “Nuestro corazón sintió profunda indignación por esta inhumana e injusta realidad al constatar la ausencia de compromiso de los poderes públicos en dar respuestas; al saber que la preocupación con la belleza de sus plazas tiene más importancia que el cuidado de la persona humana; de escuchar expresiones discriminatorias y excluyentes con relación a los migrantes y refugiados”.
Fraternidad y solidaridad
Por otra parte, los obispos brasileños reconocen que “en medio de esta clamante realidad, también vemos y escuchamos con alegría y esperanza muchas acciones fraternas y solidarias de personas, familias, grupos, iglesias e instituciones de la sociedad civil”.
En este sentido, desde el comisión para enfrentar el tráfico humano hacen un llamado “vehemente” a los miembros de la iglesia y a toda la sociedad a brindar “mayor apoyo a estos hermanos migrantes y refugiados venezolanos”, mediante una mayor sensibilidad a través de prácticas de servicio voluntario, con acciones de movilización e incidencia política, y realizando campañas educativas permanentes sobre migración y tráfico de personas.
Adicionalmente, el Consejo Permanente de la CNBB lidera una campaña de solidaridad, a nivel de todo el país, para apoyar la emergencia que viven los migrantes venezolanos, y atender –con la mediación de la diócesis de Roraima– sus más apremiantes necesidades.