Los ojos del mundo ecológico eclesial están puestos en la Carta Pastoral sobre ecología integral que el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) –a través del Departamento de Justicia y Solidaridad (DEJUSOL)– presentará formalmente en Bogotá, hoy 15 de marzo, ante los presidentes y secretarios generales de las conferencias episcopales del continente.
Sin duda, se trata de un hito eclesial y, al mismo tiempo, de un enorme desafío para el episcopado de la región que busca replantearse cómo abordar y construir el futuro del planeta.
Esta Carta Pastoral, titulada “Discípulos misioneros custodios de la casa común, discernimiento a la luz de la Laudato Si”, es el resultado de un proceso de estudio, debate y construcción colectiva, entre diversos sectores y actores que dan lugar a la voz oficial de los obispos desde una perspectiva latinoamericana y caribeña.
Uno de sus gestores, quien participó en los procesos de consulta y redacción, es Alirio Cáceres Aguirre, ecoteólogo, diácono permanente de la arquidiócesis de Bogotá y referente latinoamericano de ecología integral del CELAM y Cáritas. En exclusiva para Vida Nueva, Alirio aborda diversas temáticas inmanentes a la carta pastoral, como los modelos de desarrollo, los conflictos en territorio, los problemas socioambientales, así como sus perspectivas de futuro.
PREGUNTA.- ¿Cómo construir un verdadero modelo alternativo para la preservación del planeta sin fracasar?
RESPUESTA.- Hay que tener cuidado con definir qué es lo “alternativo” y respecto a qué se es “alternativo”. Tanto el modelo capitalista neoliberal como los socialistas, tienen algo en común: la depredación de los bienes naturales en un afán utilitarista. Sea en nombre del mercado o del estado, los ecosistemas han sido arrasados y con ellos, millones de personas. ¡La naturaleza no miente! Sus heridas y cicatrices, ponen al desnudo las ideologías que fundamentan el consumo exacerbado.
Por eso el Papa Francisco, en el capítulo 3 de Laudato Si’, señala que hay una raíz humana en la crisis ecológica. A los grandes modelos económicos, subyace un modelo antropológico que debe ser revisado a fondo. Necesitamos conversión ecológica integral para atender el clamor de los empobrecidos y de la Madre Tierra, para que los exabruptos en nombre de la libertad y en nombre de la igualdad, den paso a una fraternidad entre los seres humanos y todos los otros seres creados.
P.- Persisten los ataques y vulneración de pueblos indígenas en la Panamazonía, por parte de empresas trasnacionales dedicadas a la extracción, ¿cuánto hay del dicho al hecho en esta materia –que incluso ha llegado al seno de la ONU– para erradicar o hacer frente a estas situaciones?
R.- Efectivamente, hay un avance en la penalización nominal de estos delitos que atentan contra los derechos humanos y del ambiente, pero también hay un nivel muy alto de impunidad.
La Iglesia católica del continente, en un hito aun no suficientemente valorado, se unió a través de los obispos de Canadá, Estados Unidos y América Latina y el Caribe para presentar demandas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Este camino también lo ha seguido REPAM, como lo recuerda la Carta Pastoral sobre Ecología Integral que el CELAM está divulgando esta semana.
Algunas ONG de las congregaciones religiosas y movimientos cristianos, han incidido en instancias de las ONU para denunciar las violaciones a nuestros pueblos, entre ellos los amazónicos, pero aun faltan muchos mecanismos para hacer cumplir medidas cautelares. Es que la ley por la ley no resuelve nada, se requiere de una disposición ética y un proceso pedagógico para promover una cultura de la vida. Por supuesto, allí donde haya una comunidad cristiana debe haber una voz profética para juntar el dicho y el hecho.
P.- ¿Hasta dónde va el caso de Berta Cáceres, habrá justicia o fue sencillamente un castigo ejemplar para acallar voces?
R.- Después de 2 años del martirio de Berta, aun no se llega a los autores intelectuales del crimen. Hay una hipótesis muy bien fundamentada que compromete al gobierno hondureño, militares, empresarios, en la confabulación que sembró a Berta y la hizo germinar en millones de personas que desean escuchar el mensaje de armonía de las aguas.
Tenemos miles de Berta Cáceres anónimas que son amenazadas, criminalizadas, asesinadas. El martirio de Berta, lentamente se esclarecerá pero necesitamos ir a la raíz del sistema que genera tanta muerte prematura.
El día del aniversario de la pascua de Berta, capturaron a uno de los sindicados por su asesinato. Pocos días después los gobiernos suscribieron el Acuerdo Regional sobre el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia en asuntos ambientales en América Latina y el Caribe. Fue aprobado el domingo 4 de marzo, en Costa Rica, por 24 países de Latinoamérica y el Caribe.
P.- Se ha planteado un tema en el seno de la misma Iglesia, que es la eliminación de todo ornamento de oro de los templos, ¿qué implicaciones y consecuencias traería una medida de esta naturaleza?
R.- Es bastante interesante y hay que tener, al respecto, diversos puntos de valoración. Si bien es cierto que muchos de nuestros templos llevan la sangre de nuestros pueblos indígenas y afrodescendientes, también hay un patrimonio, digamos, cultural, una memoria histórica que hay que valorar.
Lo que sí es un imperativo es hacer un proceso de “desinversión”, el cual consiste en que simplemente cualquier organización de Iglesia que tenga invertido dinero en banca o en proyectos minero-energéticos extractivistas, debe sacar los fondos ahí para invertirlos en otros que aporten mitigación del cambio climático y al uso de las energías alternativas. En este asunto ha sido vital el trabajo de la Red Iglesias y Minería.
El Movimiento Católico Mundial por el Clima también ha sido exitoso en su campaña de desinversión. Entonces yo creo que para generar esa conciencia de dónde vienen las riquezas, de dónde viene lo suntuario del oro, pasa también por la autorregulación y desinversión y este tema va ligado más a la moral frente a mantener templos llenos de oro, ornamentos, y discernir también del valor cultural histórico que ello representa. Cabe plantearse de qué vale a adorar a Cristo en un sagrario lleno de oro, si despreciamos al Cristo roto, ofendido, maltratado, enfermo, marginado, esclavizado que está entrada del templo.
P.- En Latinoamérica y el Caribe hay poca voluntad para enfrentar el problema ecológico, ¿cuál será la clave para llegar a políticas públicas claras, donde Estados e iglesias puedan confluir y hacer comprender a toda la sociedad que este flagelo se une al del hambre, la violencia y la explotación?
R.- Hay que profundizar y vivir Laudato Si’ en su hermenéutica, su criterio interpretativo de la crisis ecológica y me parece que la ecología integral nos permite entender que no tenemos dos crisis separadas, sino una crisis socioambiental, y que todo planteo ecológico implica un planteo social, es decir, lo que suceda en los barrios marginados, en las favelas, en las chabolas, en las villas, responde a un sistema excluyente, una cultura del descarte, que no tiene como centro al ser humano, sino al capital.
Entonces, todas las políticas deben apuntar a lo que llaman un estado socioambiental de derecho, donde se considera que la naturaleza tenga derechos y se complemente con los derechos humanos. En líneas generales, es un cambio de paradigma en la civilización.
P.- ¿Será la ecoteología una nueva tendencia de fe y espiritualidad?
R.- La ecoteología siempre ha estado en la teología cristiana, porque nosotros confesamos la fe en Dios creador y encarnado. Si lo que tenemos es ahora, ante premura de la situación, la urgencia planetaria hacia la nueva búsqueda de una comprensión del Dios actuando en relación con su creación, eso que llamamos ecoteología o una teología ecológica –que en América Latina tiene que ver con una ecoteología de la liberación, una liberación no solo en términos económicos, sino de los apegos, el consumismo y de todo aquello que impide comportarnos como humanos–, me parece clave que esta teología ecológica sea basada en una ecología integral, es decir, una ecología del hogar común, de pensarnos como familia de Dios, y esa conversión ecológica integral implica retomar el espíritu de la hermandad con el sol, con las aguas, con los animales, con toda la creación. Es otra lógica que se tiene que plantear en este discernimiento, en este planteamiento de la presencia de Dios.
Por todo esto, el CELAM y Cáritas con el programa de ecología integral están impulsando eso, una reflexión y una acción climática colectiva frente al territorio, la defensa frente el extractivismo, por eso aparece la Carta Pastoral de los señores obispos del CELAM sobre ecología integral, haciendo memoria de toda la posición de la iglesia frente a los criterios que debemos tener en cada comunidad eclesial.