En el rezo del Ángelus dominical de hoy 18 de marzo, Francisco, tomando la imagen evangélica del grano de trigo que muere para dar frutos, ha querido proponer la entrega incondicional como propuesta de vida para los cristianos, entrega permitirá que “las comunidades crezcan en fraternidad y aceptación mutua”
“Estamos llamados -dijo el Papa- a hacer nuestra la ley pascual de perder la vida para recibirla nueva y eterna. ¿Qué significa perder la vida? Significa pensar menos en nosotros mismos, en los intereses personales, y saber ‘ver’ y satisfacer las necesidades del prójimo, especialmente de los más pequeños. La realización gozosa de las obras de caridad hacia los que sufren en cuerpo y espíritu es el modo más auténtico de vivir el Evangelio, es el fundamento necesario para que nuestras comunidades crezcan en fraternidad y aceptación mutua”.
El crucifijo como objeto de contemplación
Francisco propuso cambiar el modo de considerar el crucifijo entre los cristianos: “El Evangelio de hoy nos invita a mirar dentro del crucifijo, que no es un objeto ornamental ni un accesorio de vestir, ¡a veces abusado! sino un signo religioso para ser contemplado y entendido. A imagen de Jesús crucificado, el misterio de la muerte del Hijo de Dios se revela como el acto supremo de amor, fuente de vida y salvación para la humanidad en todos los tiempos”.
El obispo de Roma quiso explicar el sentido de la muerte y resurrección: “Jesús usa una imagen y dice: ‘Si el grano de trigo, caído en tierra, no muere, queda solo; si muere, produce mucho fruto’. Quiere dejar claro que su extrema vicisitud (muerte y resurrección) es un acto de fertilidad, que dará fruto para muchos. Así es como se compara con el grano de trigo que se pudre en la tierra y genera nueva vida”.
Para terminar el Ángelus, Francisco saludó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, sin olvidarse de reiterar su habitual petición de que los fieles recen por él.