La expectación por el posible acuerdo entre la Santa Sede y China para el nombramiento de obispos en el país asiático es máxima y al secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, le toca responder sobre este asunto cada vez que tiene una comparecencia pública. La última tuvo lugar ayer, domingo 18 de marzo, en Campobasso, una ciudad del sur de Italia donde participó en la inauguración de un centro de investigación de la fundación ‘Il cuore delle donne’ (El corazón de las mujeres), dedicada a la asistencia social y sanitaria.
“Si se concluyera un acuerdo se abrirían nuevos escenarios”, comentó el ‘número dos’ de la Curia romana al ser preguntado por los periodistas acerca de las negociaciones entre Roma y Pekín. “Es un camino largo y complejo que últimamente parece haber llegado a un buen punto. Rezamos para que se pueda llegar a una conclusión que pueda ser satisfactoria para todos y, sobre todo, para la Iglesia en China”.
En el país más poblado del mundo conviven ahora mismo dos comunidades católicas: una clandestina y otra promovida por el Gobierno, la llamada Asociación Patriótica Católica China (APCC). El pacto que acabaría con esta situación de ruptura podría suscribirse en breve y contempla unas condiciones renovables cada dos o tres años, como adelantó Vida Nueva.
Aunque el eventual acuerdo ha provocado las críticas de parte de la Iglesia local, teniendo al cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, como gran opositor, otras voces se han mostrado favorables. Ayer 18 de marzo, el diario de Hong Kong South China Morning Post publicó un artículo de Chi Wang, católico y presidente de la US-China Policy Foundation, en el que asegura que “reconocer y comunicar” con un país no implica apoyar sus políticas. “Lo que significa es una silla en la mesa y la posibilidad de implicar más directamente a la Iglesia en China. La ausencia del Papa no ayuda a la Iglesia allí”.
Chi Wang recuerda además que históricamente para el Gobierno siempre ha generado “preocupación” la autoridad del Papa y sostiene que el eventual acuerdo puede ser “un primer paso en el largo proceso hacia la revitalización de la Iglesia en China”.