A través de un comunicado conjunto, las diócesis colombianas de Ocaña y de Tibú, en cabeza de sus obispos Gabriel Ángel Villa y el dominico Ómar Alberto Sánchez, respectivamente, la Iglesia católica “invoca a la sensatez a los grupos armados” del Ejercito de Liberación Nacional (ELN) y del Ejército Popular de Liberación (EPL), ante la violenta confrontación que protagonizan en la región del Catatumbo, en el nororiente del país, que ya deja 19 muertos.
Por sus riquezas naturales y su ubicación en cercanía de la frontera con Venezuela, las agrestes selvas del Catatumbo han sido uno de los ‘corredores estratégicos’ más codiciados por los grupos insurgentes colombianos. Históricamente, el impacto de la violencia y de la guerra ha golpeado a sus habitantes, pertenecientes a las jurisdicciones eclesiásticas de Ocaña y de Tibú.
La fragilidad de la paz
Aunque con la firma de los acuerdos de La Habana, en noviembre de 2016, “hoy el Catatumbo es otro sin las FARC en lucha armada”, los obispos constatan que “nacen nuevos conflictos que tenemos que afrontar y que estamos en la obligación de ayudar a transformar”.
Expresamente, los pastores alertan sobre la actual “confrontación armada entre el ELN y el EPL, que puede escalonar peligrosamente y que pone en riesgo el territorio, rompiendo la ya incubada y muy frágil tendencia de paz en nuestro escenario local”.
Una nueva guerra
Su mayor preocupación tiene que ver con las comunidades que se encuentran atrapadas en medio de esta nueva guerra: “las veredas, los pequeños cascos urbanos, están muy amenazados. Los niños en casa y en las escuelas deben ser respetados y protegidos, las familias no pueden ser acorraladas y obligadas a desplazarse presas del miedo y la evidente amenaza de muerte”.
“¿No es acaso suficiente la sangre derramada en esta tierra?”, cuestionan los obispos, pidiendo que se respete la vida y la integridad de los habitantes, e invocando “la sensatez de los grupos armados”, toda vez que “es una contradicción esta confrontación, tratándose de fuerzas ideológicamente cercanas y con propósitos, en teoría, comunes”.
Un pueblo que no soporta más guerra
“Tengan compasión de un pueblo que no soporta más guerra, son sobreviviente de otras duras batallas, no quieren más violencia”, imploran los pastores, manifiestamente preocupados por las consecuencias de las acciones bélicas sobre la sociedad civil: “solo ustedes son responsables por cada vida que se afecte en este desafío innecesario; al final de esto, sin duda alguna, todos habrán perdido”, sentencian.
Recordando las enseñanzas del papa Francisco en su paso por Colombia –en septiembre del año pasado–, la Iglesia urge al gobierno nacional y departamental, a las personerías y defensorías del pueblo, a las alcaldías y juntas de acción comunal, y a las organizaciones internacionales que se encuentran en el terriorio, “para hacer frente a este nuevo conflicto” y “evitar a toda costa la pérdida de vidas humanas”.
Por una salida definitiva al conflicto
Apelando al diálogo como “único mecanismo posible de resolución de conflictos”, los obispos concluyen su comunicado con un pedido “a los miembros del EPL y del ELN, a sus mandos en el territorio”, para que “paren y eviten profundizar esta guerra y, por el contrario, sea esta una ocasión para empezar a plantear una salida definitiva, no solo a esta confrontación armada, sino a la totalidad del conflicto colombiano”.