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Los obispos italianos debaten sobre la crisis política





 

Los miembros del consejo permanente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) están reunidos desde ayer, 19 de marzo, en Roma con un gran tema a debate, aunque no se encuentra entre los asuntos a tratar en el orden del día: la inestabilidad política en que quedó el país tras las elecciones legislativas del 4 de marzo. La coalición de centro derecha liderada por la Liga consiguió el mayor número de escrutinios y el Movimiento 5 Estrellas (M5E) fue la lista en solitario más votada, pero ningún grupo alcanzó la mayoría suficiente para formar un Gobierno.

Con el voto católico repartido entre las distintas formaciones y ningún partido vinculado de manera especial a la Iglesia católica, la CEI cuenta con una buena dosis de independencia y autoridad moral en el país para pedir a los líderes políticos para que aparten sus diferencias y busquen el bien común. Un llamamiento en esa línea podría llegar mañana con el discurso del presidente del episcopado, el cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia-Città della Pieve. Ya durante la campaña electoral Bassetti se expresó en ese sentido.

El eventual pacto que podrían alcanzar el M5E y la Liga para formar un nuevo Ejecutivo genera preocupación en parte del episcopado italiano por las repercusiones que tendría con la inmigración. El líder de la Liga, Matteo Salvini, ha repetido en numerosas ocasiones que hay que acabar con los rescates de desplazados en el Canal de Sicilia.

Filipinas camina hacia el divorcio

La “catolicísima” Filipinas está cerca de aprobar una ley sobre el divorcio. Es todavía el único Estado del mundo junto al Vaticano que no cuenta con una normativa que regule cómo romper un matrimonio. Con 134 votos a favor, 57 en contra y dos abstenciones, la moción para sacar adelante un proyecto de ley que legalice el divorcio fue aprobada ayer por la Cámara de Representantes de Manila. La moción pasará ahora al Senado, donde la tramitación podría prolongarse durante un año.

El polémico presidente filipino, Rodrigo Duterte, estaría en contra del divorcio, según su portavoz, aunque él mismo se separó de su esposa para conseguir más tarde la anulación del matrimonio. También tendrá peso en el recorrido legislativo de esta iniciativa la presión que pueda venir de la influyente Iglesia católica local.

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