El predicador de la Casa Pontificia preside el décimo aniversario de la Cátedra de Misionología de San Dámaso
“¿Por qué mandó Dios al primer misionero, a su Hijo Jesús? Únicamente por amor”. Así se expresó hoy, 20 de marzo, el padre Rainiero Cantalamessa durante la jornada académica ‘El Espíritu Santo, alma de la Misión’, organizada por la Cátedra de Misionología de la Facultad de Teología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso (UESD) y por el Instituto Superior de Ciencias Religiosas. El predicador de la Casa Pontificia viajó a Madrid para conmemorar el X aniversario de la cátedra, una celebración en la que participaron el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro; el rector de la UESD, Javier Prades, y el director de OMP y de la Cátedra de Misionología, Anastasio Gil.
Cantalamessa comenzó su intervención bromeando sobre su larga trayectoria como predicador de los Papas -desde 1980-: “¿Queréis saber por qué he durado tanto? Porque los papas se han dado cuenta de que es el lugar donde podía hacer menos daño a la Iglesia y podían tener un control más directo”.
El religioso repasó la Historia de la Salvación para constatar cómo “el Espíritu Santo es el verdadero medio de comunicación para el anuncio del Evangelio”. A partir de ahí, el capuchino subrayó cómo “el esfuerzo para una evangelización mundial se expone a dos peligros: uno es la inercia para dejar que los demás hagan, la falta del fervor apostólico. El otro es lanzarse en un activismo vano, febril y vacío con el resultado de perder poco a poco el contacto con la fuente de la palabra. Esto también sería lanzarse al fracaso”.
“A veces hay tantas necesidades que nos da por correr porque la casa se quema”, denunció Cantalamessa que invitó a los presentes a una mayor oración sumada a un “genuino amor y compasión a los hombres, que es el alma del Evangelio”.
Cantalamessa pidió a los teólogos a acercarse “a la escuela de la vida” a la vez que reclamó a la Iglesia una mayor apuesta por la formación: “Necesitamos personas preparadas que hagan síntesis y apliquen el estudio al mundo de hoy, que ofrezcan lo mejor de la doctrina, no con ideas de segunda mano para inculturar la fe”. “Los católicos tenemos tal riqueza sacramental desde la unción que pensamos que todo está hecho. Necesitamos reavivar esta unción, que se vuelva activa”, añadió.
“El Papa nos pide una profunda relación entre la reflexión teológica y el servicio pastoral y misionero a las culturas de hoy”, recordó Prades durante la presentación del acto, en el que subrayó cómo en este sentido “muchas veces se ha dicho que el Espíritu Santo es el gran desconocido de la teología católica, hoy gracias a Dios suscita un interés que colma el corazón de satisfacción”.
El director de OMP, Anastasio Gil, destacó que este décimo aniversario de la cátedra “no es una efemérides cualquiera, sino la semilla que permite hoy fundamentar la acción evangelizadora de la Iglesia con una formación sólida y consistente desde una teología misionera”. Gil, que repasó con mirada agradecida estos diez años, citó al papa Francisco para defender que la tarea misionera “no es facultativa, sino que pertenece a las entrañas de la fe”.