Francisco ha aceptado hoy, 21 de marzo, la renuncia de Dario Edoardo Viganò, prefecto de la Secretaría de Comunicación, tal y como explica la Santa Sede en un comunicado. Hasta que se nombre al nuevo prefecto, la Secretaría será dirigido por el actual secretario, Lucio Adrián Ruiz. ¿El motivo? La famosa carta de Benedicto XVI a Viganò, que ha provocado una extraordinaria resaca que, sin restar valor al apoyo del Papa emérito a su sucesor, lo tiñe de una polémica innecesaria y vergonzosa.
Después de la de Benedicto XVI la dimisión de Monseñor Dario Vigano como prefecto de la Secretaría para la Comunicación es la más clamorosa por su excepcionalidad. A muchos nos parecía inevitable pero –es justo reconocerlo– no es una praxis habitual en el Vaticano.
Con fecha del 19 de marzo el criticado monseñor a la vista de las “muchas polémicas sobre mi modo de actuar” le pide al Papa que acoja “mi deseo de apartarme (de mis funciones) poniéndome a su disposición, si Usted lo desea, para colaborar de otra manera”. Entre otras razones invoca su voluntad de “evitar que mi persona pueda retrasar de algún modo, dañar e incluso bloquear lo establecido por el Motu Proprio ‘El actual contexto comunicativo’ del 27 de junio del 2015”.
Será asesor del nuevo prefecto
Francisco le contesta dos días después y le comunica que “no sin cierta fatiga” acepta su dimisión como prefecto del dicasterio y, al mismo tiempo, le nombra asesor “para que pueda dar su contribución humana y profesional al nuevo prefecto, al proyecto de reforma querido por el Consejo de los Cardenales aprobado por mí y compartido de forma regular. Reforma que ha llegado a su fase conclusiva con la inminente fusión de ‘L’ Osservatore Romano’ dentro de un único sistema comunicativo de la Santa Sede y la fusión de la Tipofrafía vaticana”.
En la presentación de la colección de libritos titulada ‘La teología del papa Francisco’ (12 de marzo en la Sala Marconi de la Radio Vaticana), Viganó dio lectura a una carta de Benedicto XVI en la que respaldaba teológicamente a su sucesor.
De toda la carta, leyó tres de los cuatro párrafos que contiene, pero en la noticia que difundió Vatican News solo se reproducían dos, que eran los únicos reflejados en una no muy clara fotografía adjunta. No se transcribían estas frases: “No me siento como para escribir sobre ellos [los libros de la colección] una breve y densa página teológica, porque en toda mi vida he dejado siempre claro que escribiría o me pronunciaría sobre libros que he leído. Desgraciadamente, también solo por razones físicas, no soy capaz de leer los once pequeños volúmenes en un futuro próximo, sobre todo porque me esperan otros compromisos ya aceptados”.
Dos (in)correcciones comunicativas
A esta primera incorrección comunicativa (que algunos han tachado de censura), se añadió otra posterior, porque el último párrafo de la carta tampoco fue publicado y solo ha aparecido cinco días después. Dice lo siguiente: “Solo al margen querría apuntar mi sorpresa ante el hecho de que entre los autores figure también el profesor Hünermann, que, durante mi pontificado, se hizo notar por haber patrocinado iniciativas antipapales. Participó de manera relevante en el lanzamiento de la Kölner Erklärung (Declaración de Colonia), que, en relación con la encíclica ‘Veritatis splendor’, atacó de modo virulento la autoridad magisterial del Papa, especialmente en cuestiones de teología moral. También la Europäische Theologengesselchaft (Sociedad Europea de Teólogos), que él fundó, fue inicialmente pensada por él como una organización de oposición al magisterio papal. Sucesivamente, el sentimiento eclesial de muchos teólogos ha impedido esta orientación, convirtiendo dicha organización en un normal instrumento de encuentro entre teólogos. Estoy seguro que comprenderá mi negativa y le saludo cordialmente. Benedicto XVI”.
Ya puede imaginarse que las reacciones a este desafortunado asunto han multiplicado las críticas dirigidas a quien hasta ahora dirigía –o pretendía dirigir– la Secretaría para la Comunicación. No ha faltado quien haya pedido su inmediata destitución o quien, simplemente, haya puesto en solfa su desmesurada afición a los primeros planos. Y ha sido el propio prefecto el que ha dado un paso al costado.