La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) una vez más ha hecho un pronunciamiento público ante la actual crisis generalizada del país, que afecta principalmente a los más pobres.
A través de un comunicado de 12 puntos, los obispos venezolanos han denunciado una serie de irregularidades que allanan el camino democrático por parte del gobierno, señalando que “la pretensión de implantar un sistema totalitario, injusto, ineficiente, manipulador, donde el juego de mantenerse en el poder a costa del sufrimiento del pueblo, es la consigna”.
En sus palabras, coincidiendo con el término de la Cuaresma y del inicio de la conmemoración de la Semana Santa, la CEV, en cabeza de su presidente, José Luis Azuaje, asume una postura profética y hace votos para que hombres y mujeres de buena voluntad celebren la pascua del resucitado “con espíritu de fraternidad, solidaridad, caridad y con mucha conciencia de lo que queremos hacer con el futuro de nuestra Patria”.
Uno de los señalamientos más fuertes es que Venezuela se ha convertido en una especie de ‘tierra extraña’ para sus mismos habitantes, pues al tiempo que el gobierno se mantiene en el poder –aún a costa del sufrimiento del pueblo–, “junto a esto, además de ir eliminando las capacidades de producción de bienes y servicios, ha aumentado la pobreza, la indefensión y la desesperanza de los ciudadanos”.
Todo esto se traduce en un deterioro profundo de la calidad de vida, donde “la falta de alimentos, medicamentos y de otros productos, así como las fallas de energía eléctrica que impide el trabajo productivo y el desarrollo normal de la vida cotidiana, atenta contra la dignidad de las personas. Esto ha conducido a que un considerable número de venezolanos decidan irse del país en búsqueda de nuevos horizontes, trayendo como consecuencia el desarraigo y la tristeza en miles de familias”.
Es claro, señalan los prelados, que “el gobierno y sus seguidores tienen la mayor responsabilidad, al querer imponer un régimen que mediatiza al ser humano, y así mantener sus intereses políticos y económicos; el plan de la patria ha sido nefasto para la vida de los venezolanos, los tan nombrados motores de la revolución sólo han quedado en el papel”.
Convecidos de que “no es con dádivas gubernamentales ni con las promesas de los dirigentes políticos como se va a solucionar la grave situación que afronta Venezuela”, los obispos señalan que “si el pueblo no es tomado en cuenta como protagonista de los cambios necesarios en lo político, económico y social, crecerán la desilusión, la migración, la desconfianza, el conformismo y la pobreza”.
Ante esto, invitan a la oposición a mantener una postura coherente, porque “la unidad se construye en la pluralidad. Por tanto, no se debe satanizar a todos los que tengan opiniones divergentes, sino más bien, asumir la realidad que vivimos los venezolanos siendo todos más conscientes de dicha unidad. Con ello, se podrá tener un horizonte más claro en el que el reclamo exigente de una salida democrática y pacífica, supere la terquedad de un gobierno que se hace cada vez más ilegítimo por sus actuaciones y por la creciente represión hasta para quienes han sido sus miembros”.
El llamado de la CEV a la acción de toda la sociedad venezolana, exige no ser indiferentes y apela a la misericordia y a la caridad como parte del testimonio que conduce a la reconciliación, “porque nuestra fe en Jesús nos lleva a tener y testimoniar una permanente opción preferencial por los más pobres, excluidos y afligidos de la sociedad”.
A los dirigentes políticos, sociales y económicos de todas las corrientes, les recuerdan que “cualquier cosa que se haga a cada uno de los hermanos que empeore su situación de vida, sea menosprecio, imposición de cargas pesadas, empobrecimiento, olvido de su protagonismo, robo de lo que les pertenece, se le está haciendo al mismo Jesús”.
“La de los pobres es la causa de Jesús y, por ende, de la Iglesia. Los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de nuestras comunidades eclesiales y grupos apostólicos, al anunciar el Evangelio y construir el Reino de Dios, expresamos no sólo nuestro compromiso solidario, sino que garantizamos con nuestra entrega, el acompañamiento a los pobres, a los que sufren y a quienes se sienten excluidos”, agregaron.
Desde una perspectiva eclesial propositiva, el episcopado de Venezuela también plantea una serie de propuestas asumiendo que “con la Resurrección del Señor reafirmamos nuestra esperanza y nuestro compromiso caritativo”.
Entre las iniciativas, se destaca la celebración en cada una de las parroquias, durante el domingo de resurrección, de las ollas comunitarias o comida fraterna “invitando a los más pobres, a los indigentes, a los necesitados”, apelando a una de las estratagias impulsadas por la Pastoral Social (Cáritas) desde hace varios meses.
“Que a lo largo de los últimos días de Cuaresma, de la Semana Santa y de Pascua intensifiquemos las visitas a los enfermos, a los ancianos, a los privados de libertad, a los barrios pobres y a las comunidades necesitadas, para llevar de lo que tenemos”, indicaron.
Finalmente los obispos han invitado a los venezolanos, a una jornada nacional de oración, del 19 al 22 de abril, una jornada nacional de oración, al estilo de las ‘Cuarenta Horas’, en todas las comunidades parroquiales y eclesiales, en la que “se hagan gestos significativos de misericordia y caridad para con quienes de verdad sienten necesidad de una expresión de ternura, solidaridad y caridad”, y especialmente orar por todos esos jóvenes que “a partir del 19 de abril del año pasado fueron asesinadas por reclamar los valores de la democracia en el país”.