Que la masonería ha salido del armario y ya se muestra como una realidad visible es algo que se aprecia claramente al menos desde los dos últimos años. De hecho, en nuestro país, la Gran Logia de España distribuye cada lunes su propia Newsletter en la que se dan a conocer todo tipo de actividades a nivel mundial… Además de que cuenta con activas cuentas en Twitter y Facebook.
Fruto de ese contexto en el que se fomenta la normalidad, el diálogo con otras comunidades religiosas va ganando terreno. Y lo hace con gestos, como el protagonizado recientemente por el religioso dominico Philippe Jeannin, invitado días atrás por la Gran Logia Nacional Francesa a impartir una charla en su templo de Estrasburgo, la logia Johan Knaut. La misma giró en torno a la concepción del perdón en la realización espiritual del ser humano.
En su discurso, que tuvo lugar ante una gran audiencia, el religioso religioso (muy mediático en el país galo, pues presentó en la televisión pública el programa ‘El día del Señor’) dejó caer cuestiones como estas: “¿Qué es el perdón? ¿Existe un límite insuperable para distinguir lo perdonable e imperdonable? ¿Este límite, si existe, tiene un carácter universal? ¿Se vive el perdón de la misma manera independientemente del entorno religioso, cultural e histórico? ¿El perdón finalmente es una virtud, es decir, una acción voluntaria cuyo poder es totalmente desinteresado?”.
La intervención, marcada por un alud de citas extraídas de distintos ámbitos del pensamiento y la espiritualidad (el dominico evocó párrafos del Antiguo y el Nuevo Testamento, del Corán, del papa Juan Pablo II o de filósofos como Vladimir Jankelevitch), trató de responder a todas estas cuestiones abiertas.
Tras la charla del religioso, hubo un animado coloquio. En su intervención, el hermano Jean Marie D., reivindicó que “reparar la ofensa es responsabilidad de la justicia”, aunque “el único que puede dar perdón al ofensor es el ofendido”. Por ello, el perdón es “un regalo gratuito, precioso y delicado que puede devolver al ofensor la humanidad que se ha desfigurado en él”. Se trata, en definitiva, de un gran acto de “fraternidad”.