Francisco entrega la Iglesia a los jóvenes: “Si el mundo calla, ¿gritaréis?”

  • El Papa hace de la homilía del Domingo de Ramos un alegato en favor de las nuevas generaciones: “Está en ustedes decidirse por el Hosanna del domingo para no caer en el ‘crucifícalo’ del viernes…”
  • “¿Nos avergüenzan las prioridades de Jesucristo hacia los pecadores, los últimos y olvidados?”, preguntó a clero y los fieles presentes en la Plaza de San Pedro

El Papa Francisco preside en la Plaza de San Pedro la eucaristía del Domingo de Ramos/EFE

Cómplice de los jóvenes. Un Papa de 81 años deja en manos de los ‘millennials’ no solo el futuro de la Iglesia, sino que les da voz en el presente. Y no como un gesto, sino como un mandato de lo más alto. Así lo ha reflejado al recibir  el documento final del presínodo celebrado esta semana en Roma, donde las nuevas generaciones de católicos ofrecen un tirón de orejas sin anestesia a la Iglesia de la que se sienten parte.  “Mas que nuestras palabras, le entregamos nuestras vidas y nuestros anhelos”, expresó uno de los participantes en el encuentro al final de la eucaristía, que habló en nombre de todos,.

Y es que la fiesta de las palmas coincide con la Jornada Mundial de la Juventud -bajo el lema “Si ellos callan, las piedras gritarán”-, que en esta ocasión además contó con la presencia de los 300 delegados de los cinco continentes que han reflexionado durante unos días para dar pistas a los obispos que se reunirán en el Sínodo de octubre. A ellos se han sumado otros 15.000 que han colaborado en las mesas de trabajo a través de las redes sociales. La claridad de todas estas denuncias y propuestas sobre el papel han encontrado después su refuerzo en la homilía del Domingo de Ramos de Francisco en la Plaza de San Pedro.

La decisión de gritar

“Queridos jóvenes: Está en ustedes la decisión de gritar, está en ustedes decidirse por el Hosanna del domingo para no caer en el «crucifícalo» del viernes…”, les alentó al repasar la semana de Pasión. A renglón seguido, les provocó: “Y está en ustedes no quedarse callados. Si los demás callan, si nosotros los mayores y los dirigentes callamos, si el mundo calla ante los corruptos y pierde alegría, les pregunto: ¿Ustedes gritarán?”.  La respuesta de los presentes fue unánime. Y el Obispo de Roma apostilló: “Por favor, decídanse antes de que griten las piedras”.

Fue la reacción de la ‘generación Francisco’ ante un Papa que les llamó una vez más a salir de su comodidad: “Queridos jóvenes, la alegría que Jesús despierta en ustedes es motivo de enojo e irritación en manos de algunos, ya que un joven alegre es difícil de manipular”, expresó el Papa que denunció cómo “hacer callar a los jóvenes es una tentación que siempre ha existido”.

El Papa Francisco preside en la Plaza de San Pedro la eucaristía del Domingo de Ramos/EFE

El Papa Francisco preside en la Plaza de San Pedro la eucaristía del Domingo de Ramos/EFE

El Papa destacó, en esta misma línea, que “hay muchas formas de silenciar y de volver invisibles a los jóvenes”, además de intentos de “anestesiarlos y adormecerlos” para que “sus sueños pierdan vuelo y se vuelvan ensoñaciones rastreras, pequeñas, tristes”.

Manipular la realidad

Más allá de este diálogo establecido con los católicos más jóvenes, el Papa se detuvo en su homilía en la escena del juicio a Jesús, en cómo el pueblo que le había respaldado y laureado al ver sus obras y escuchar su Palabra, después gritó “¡Crucifícalo!”. Francisco ahondó en el origen de esa petición para describir cómo en la actualidad también se lanza desde distintos espacio. “No es un grito espontáneo, sino el grito armado, producido, que se forma con el desprestigio, la calumnia, cuando se levanta falso testimonio. Es la voz de quien manipula la realidad y crea un relato a su conveniencia y no tiene problema en «manchar» a otros para acomodarse”, explicó el Papa.

También denunció cómo este grito nace de aquel “que no tiene problema en buscar los medios para hacerse más fuerte y silenciar las voces disonantes” además de pronunciarlo aquel que hoy también “quiere defender la propia posición desacreditando especialmente a quien no puede defenderse”. “Es el grito fabricado por la «tramoya» de la autosuficiencia, el orgullo y la soberbia”, señaló.

Salvados en la cruz

A partir de ahí, el Obispo de Roma invitó a los fieles de la Plaza de San Pedro a mirar la cruz de Jesús como el “mejor antídodo” a ese “sálvate a ti mismo” que busca “adormecer la solidaridad, apagar los ideales, insensibilizar la mirada… el grito que quiere borrar la compasión”.   “En su cruz hemos sido salvados para que nadie apague la alegría del evangelio; para que nadie, en la situación que se encuentre, quede lejos de la mirada misericordiosa del Padre”, remarcó.

La Plaza de San Padre, durante la procesión del Domingo de Ramos/EFE

La Plaza de San Padre, durante la procesión del Domingo de Ramos/EFE

Francisco ahondó en la “incómoda” presencia de Cristo en medio de un Jerusalén donde su mensaje y su vida se forja como “sinrazón escandalosa para aquellos que se consideran a sí mismos justos y ‘fieles’ a la ley y a los preceptos rituales”. En un nueva crítica del Papa argentino a quienes dentro y fuera de la Iglesia viven atrapados por la norma, exclamó: “¡Qué difícil es comprender la alegría y la fiesta de la misericordia de Dios para quien quiere justificarse a sí mismo y acomodarse! ¡Qué difícil es poder compartir esta alegría para quienes solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros!”. En este punto, interpeló a los presentes: “¿Jesucristo sigue siendo motivo de alegría y alabanza en nuestro corazón o nos avergüenzan sus prioridades hacia los pecadores, los últimos y olvidados?”.

Sentimientos contrasdictorios

El Papa también se adentró en el sentir de los seguidores de Jesús para darles actualidad: “Se entrecruzan historias de alegría y sufrimiento, de errores y aciertos que forman parte de nuestro vivir cotidiano como discípulos, ya que logra desnudar los sentimientos contradictorios que también hoy, hombres y mujeres de este tiempo, solemos tener”.

De esta manera, Bergoglio expresó que tanto los amigos de Jesús como los cristianos del siglo XXI son “capaces de amar mucho… y también de odiar ―y mucho―; capaces de entregas valerosas y también de saber ‘lavarnos las manos’ en el momento oportuno; capaces de fidelidades pero también de grandes abandonos y traiciones”.

Posteriormente, en el rezo del Ángelus, el Papa puso su mirada en la madre de Jesús con una sencilla oración: “Que María nos ayude a todos a vivir bien la Semana Santa. De ella aprendemos el silencio interior, la mirada del corazón, la fe amorosa para seguir a Jesús en el camino de la cruz, que conduce a la luz gozosa de la Resurrección”.

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