César Cadaval, mitad del dúo Los Morancos y cofrade de la Hermandad de San Gonzalo, ha sido nazareno, costalero y contraguía –procesionarios que van en ambos lado del paso en la parte trasera del mismo y transmiten a los costaleros las órdenes del capataz–. Por un momento, se desdibuja la eterna sonrisa de sus labios y viste de solemnidad sus palabras para expresar lo que se siente “de costero a costero” –ambos lados del paso, de derecha a izquierda–: “Imposible de describir. Imposible. Se va en silencio, se hace algún comentario desengrasante cuando el peso abruma, nos damos indicaciones del estado de la calle, si es cóncava o si tiene pendiente… nos animamos en momentos puntuales… pero la mayor parte del recorrido vamos en silencio. Rezando, algunos; rogando, otros; pero básicamente estamos acompañando al Señor y Él nos acompaña a nosotros”.
En palabras de Cadaval, lo que ocurre bajo cada paso es la mayor manifestación de democracia que pueda existir: “Van codo con codo un carnicero, un vendedor, un juez y un maestro… Todos son iguales, todos van a una, todos levantan hacia el cielo a nuestro Dios o a nuestra Señora, y los mecen”, recalca con fuerza uno de los protagonistas del himno apócrifo de esta Semana Santa 2018: ‘De costero a costero’, una bellísima canción que Cadaval canta con el grupo Magustami.
No solo de costaleros vive la semana de pasión sevillana. Realizar la Estación de Penitencia como nazareno es otro de los grandes privilegios emocionales para un hermano. “Nunca olvidaré la primera vez que salí de nazareno. Fue con la Hermandad de la Santísima Trinidad, y tendría 5 o 6 años. Luego, me involucré más con el Cristo de Los Gitanos porque mi madre le tenía una particular devoción, aunque pertenecía a varias cofradías”, dice Cadaval, que ahora que ya no es costalero, volverá a procesionar como nazareno con su hermandad.
En los últimos veinte años, el número de cofrades se ha disparado en Sevilla. En un país cada vez más secularizado, Cadaval tiene una clarísima explicación: “Cada vez se cree más, aunque la gente no lo manifieste. Y esta ciudad, en concreto, es profundamente devota, especialmente mariana… e intensamente cofrade”. Pero ¿qué supone ser hermano? Cadaval lo tiene muy claro: “Supone formar parte de un todo, de una asociación creyente de mutua ayuda y auxilio a los más desfavorecidos, con Jesús en medio y la Virgen alumbrándonos”.