AsiaNews informa del secuestro ayer, 27 de marzo, del obispo chino de Mindong, Vincenzo Guo Xijin, y de un administrador de la diócesis. Se trata de un obispo fiel al Vaticano que no había sido reconocido como tal por el Gobierno del país. Al parecer, uno de los diplomáticos vaticanos que se encontraba en el país para sellar el esperado acuerdo entre Roma y Pekín le habría propuesto aceptar ser obispo auxiliar, dejando la diócesis a cargo del obispo Zhan Silu, de la Iglesia reconocida por el gobierno. Esta concesión, junto con la dimisión del obispo de Shantou, se consideraban signos de un histórico acercamiento entre China y el Vaticano.
Sin embargo, ayer sobre las 15:00 horas, fue requerido por la Oficina de Asuntos Religiosos, donde discutió con varios funcionarios durante algunas horas. Hacia las siete de la tarde, reapareció en el obispado para hacer las maletas y, a las diez de la noche, la policía se lo llevó junto al canciller de la diócesis. No es la primera vez que le ocurre, ya que el año pasado desapareció en manos de las autoridades durante 20 días también antes de la Pascua.
Varios fieles han asegurado que ha sido secuestrado por renunciar a concelebrar una misa junto a Zhan Silu, quien iba a ser su sucesor de la Iglesia oficial. Pero a la espera del acuerdo entre la Santa Sede y China, Silu sigue estando fuera de la Iglesia y Guo Xijin sigue siendo el obispo titular de Mindong.
Crux se hace eco de la llegada ayer a Roma de 40 refugiados sirios gracias a la Comunidad de Sant’Egidio. Estos hombres, mujeres y niños que huyen de la guerra en su país serán reinstalados en Italia gracias a los corredores humanitarios ecuménicos que ha puesto en marcha esta comunidad romana en colaboración con las Iglesias evangélica y valdense de Italia, con el beneplácito del Gobierno. Además, entre hoy y mañana, se espera que lleguen otros 85 sirios, el mayor número de refugiados que acoge Italia en un período tan corto.
Llamada por muchos la “organización favorita del Papa” por sus numerosos puntos en común con el Pontífice, la Comunidad de Sant’Egidio ha ayudado hasta ahora a asentarse en Italia a alrededor de 1.000 refugiados sirios por medio de sus corredores humanitarios, que crean caminos seguros entre las zonas de guerra y Occidente. Como reconoce el responsable del proyecto de la Federación de Iglesias Evangélicas, es mejor que los refugiados sirios entren en Europa de forma legal y segura en lugar de dejar que intenten entrar en botes hinchables, lo que puede acabar de forma trágica.
Este nuevo grupo de refugiados procede de las ciudades más castigadas por la guerra (Alepo, Homs y Raqqa), y un tercio son niños. Su reubicación correrá a cargo de los participantes en el corredor humanitario y, por lo tant,o no supondrá ningún gasto para el Gobierno italiano.
Hace un año aproximadamente que los grupos terroristas filipinos afines al Estado Islámico tomaron la ciudad de Marawi, en la isla de Mindanao, al sur del país. Se trata de la mayor ciudad musulmana en un país con un 90% de población cristiana, y sus mezquitas fueron el primer objetivo a conquistar por estos terroristas. La contraofensiva del presidente Duterte en respuesta a estos mil fundamentalistas, si bien efectiva, tuvo consecuencias. Y es que, como recoge La Croix, los bombardeos masivos a la ciudad hacen que los musulmanes que ya han regresado no puedan sino lamentarse por el estado de sus mezquitas.
Es el caso de la gran mezquita de Marawi, cuyas ruinas deberán ser demolidas por lo irreparable de los daños causados. La única iglesia católica de la ciudad, Santa María del Perpetuo Socorro, también ardió hasta los cimientos el primer día en que los terroristas entraron en la ciudad. Así, tanto musulmanes como cristianos se vieron obligados a huir (los que pudieron) y, a pesar del fin de los combates, se calcula que aún hay 200.000 desplazados.
Pero esta dramática situación es lo que está propiciando que cristianos y musulmanes se abran a un diálogo interreligioso para poder ayudarse unos a otros. Como reconoce el hermano Reynaldo Barnido al medio francés, “antes, nos encontrábamos pocas veces. Fue después del asedio de Marawi cuando establecimos una relación regular. En el punto álgido de la guerra, vimos la cooperación como un medio para lograr la paz“. Una prueba más de que, a pesar de la destrucción y las diferencias, la concordia entre religiones es algo posible.