La Iglesia peruana están de luto con la desaparición física de Hugo Garaycoa, obispo emérito de Tacna y Moquegua, el pasado 26 de marzo, a sus 87 años. El martes 27, su cuerpo fue trasladado a la catedral de Tacna, donde recibió el último adiós de la feligresía. Ayer, Miércoles Santo, 28 de marzo, tras la misa exequial que ofició el obispo de Tacna y Moquegua, Marco Antonio Cortez Lara, a las 3 p.m., sus restos fueron depositados en la cripta de la Catedral.
La Conferencia Episcopal Peruana (CEP) ha expresado su pesar ante la irreparable pérdida, sin dejar de referirse a “la esperanza de la resurrección”. En un comunicado, el episcopado recordó que Garaycoa “nació en El Callao, el 2 de junio de 1930. Estudió en la facultad de teología pontificia y civil de Lima; estudió Derecho Canónico en la Universidad Lateranense (Italia); y espiritualidad en la Universidad Santa Teresa (Italia)”.
El obispo peruano, además, fue presidente del Departamento de Pastoral Social del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) –actualmente Departamento de Justicia y Solidaridad (DEJUSOL)–, y en el año 2003 fue elegido presidente de la CEP para el trienio 2003-2006.
Un pastor lleno de ternura
Cáritas del Perú a través de Karla Auza, referente nacional de comunicación e información, ha expresado que “en Cáritas lo recordaremos siempre como un pastor lleno de ternura y amor hacia los demás”.
“Siempre responsable, venía cada lunes para hacer la misa en Cáritas del Perú, cuando era nuestro asesor pastoral, y nos contaba anécdotas de su vida de servicio en las zonas más alejadas y pobres de Tacna y Moquegua”, recuerda la comunicadora.
En Cáritas su recuerdo siempre estará latente, por ello Auza cita textualmente una frase de él, con ocasión de una entrevista realizada en 2012: “el corazón es un órgano que se regenera y uno va dejando el corazón porque va dejando todo lo que más quiere en el trabajo que hace”.