A mediados de los ochenta, tras un proceso de reflexión y búsqueda carismática, la Orden de la Merced (Provincia de Castilla) decidió asumir el reto de abrir la primera Casa del Refugiado, actualizando el espíritu de redención de San Pedro Nolasco y adaptándolo a la realidad del siglo xx. La Orden se comprometió entonces, y sigue comprometida ahora, a luchar contra todo lo que signifique persecución, cautiverio, opresión o atentado contra la dignidad humana en nuestro mundo. Desde hace más de treinta años se ofrece a los nuevos cautivos el testimonio elocuente de la solidaridad evangélica, la cercanía personal y la ayuda liberadora.
Desde aquel momento hasta hoy, miles de menores y jóvenes refugiados e inmigrantes sin familia en España han sido acogidos por la Fundación La Merced Migraciones. Lo que comenzó como una pequeña Casa de Refugiados en Madrid para diez niños sin familia, que huían de la guerra o de la persecución político-religiosa, se ha convertido en una entidad de referencia nacional en el trabajo con personas refugiadas e inmigrantes.
La Casa de Refugiados fue un proyecto creado desde el inicio bajo tres pilares que aún sustentan el ideario de la Fundación La Merced Migraciones. Es un hogar, donde se acoge a los que vienen creando un clima de familia y se puede crecer y formarse para la autonomía; una escuela-taller de la vida desde donde aprender lo básico, regidos por los ideales que mueven al ser humano poniéndolos en la práctica diaria; por último, es un lugar sagrado, desde donde se da importancia a las raíces religiosas que cada persona trae en su equipaje vital, respetando y celebrando unidos las expresiones y ritos religiosos de todas y cada una de las personas a las que acompaña y acoge.
También en Valladolid y Elche
La acogida, en el mejor sentido de hospitalidad –acoger para curar, acompañar y promover– es el valor preferente e incondicional que no entiende de razas ni religiones y que rige el saber hacer en todo lo que realiza La Merced. Unido a esto, la participación, la integridad, la transparencia y la justicia, son las cinco máximas que rigen el trabajo de religiosos, profesionales, voluntarios y beneficiarios.
La Fundación cuenta con una empresa de inserción, Puentes para la Inclusión, que sirve como oportunidad para algunas personas que están en proceso de incorporación al mercado laboral, pero que no tienen las herramientas para encontrar un trabajo normalizado. Se gestiona un parking en Madrid que emplea a cinco personas. Además del trabajo que se realiza en Madrid, la misión se extiende a Valladolid con un piso de acogida para 9 jóvenes migrantes que conviven con los religiosos en la Parroquia de La Merced, y se trabaja en la ciudad de Elche con programas de empleo dirigidos a población vulnerable y personas privadas de libertad.