Con una elocuente postración del papa Francisco en suelo de la basílica de San Pedro frente al altar mayor, bajo el baldaquino de Bernini, comenzó la celebración de los oficios del Viernes Santo. El Papa ha presidido una sobria celebración en latín que ha incluido una Liturgia de la Palabra en torno al texto de la Pasión del evangelista san Juan, la Adoración de la Cruz y el Rito de la Comunión en un día en el que, según la tradición, no se celebra la misa.
Es también un día especial, porque el pontífice se sienta durante la liturgia en un lateral de la nave central y el comentario a la Palabra de Dios lo ha realizado el capuchino Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia. El silencio, la moderación en la luz y los momentos para la reflexión y la adoración han sido una constante en una celebración en la que se ha visto al Papa en oración en muchos momentos.
El religioso capuchino se ha dirigido durante su reflexión “al discípulo a quien Jesús amaba”, figura de un joven enamorado de Jesús presente en el evangelio de Juan y que se vuelve elocuente en el tiempo de preparación al Sínodo de los jóvenes. En este contexto, ha señalado que “nos esforzaremos, en este año, en descubrir junto con ellos, lo que Cristo espera de los jóvenes, lo que pueden dar a la Iglesia y a la sociedad. Lo más importante, sin embargo, es otra cosa: es hacer que los jóvenes sepan lo que Jesús tiene que darles. Juan lo descubrió quedándose con él: ‘alegría plena’ y la ‘vida en abundancia’”.
“¡Sed de aquellos capaces de tomar la dirección contraria! ¡Tened la valencia de ir contracorriente! Para nosotros esa dirección contraria, no es un lugar, es una persona, es Jesucristo nuestro amigo y salvador”, invitó.
Cantalamessa explicó el sentido bíblico del amor entendido como ‘eros’ y como ‘ágape’ para subrayar que “Dios no nos ama solo por “caridad”; nos desea, en toda la Biblia se revela como un esposo enamorado y celoso”. Un amor de entra total como el que se manifiesta en el momento de la Pasión de Cristo: “Jesús en la cruz no nos ha dado solo un ejemplo de amor entregado hasta el extremo, nos ha otorgado la gracia de poder poner en práctica, en una parte más pequeña, en nuestra vida”, señaló relacionando el relato con los sacramentos en la vida de la Iglesia.