No hay día en calma en República Centroafricana. Hace una semana se producía una masacre en el centro del país, en la que falleció un sacerdote. La situación en Bangassou no es mucho mejor. Así lo denuncia el obispo español Juan José Aguirre que no ha podido celebrar el Jueves Santo en su diócesis. El bloqueo que se vive en la región le ha llevado a permanecer en Bangui, junto con un grupo de sacerdotes. Aguirre califica de “situación extrema” los episodios de violencia que se suceden en la zona con “riesgo puro de agresiones y amenazas a parte de nuestros hermanos musulmanes”.
“Dios sabrá porqué El lo quiere así”, reflexiona el prelado sobre la imposibilidad de viajar a Bangassou, que ante esta nueva situación decidió celebrar el lavatorio de los pies en el hospital de la capital centroafricana. “Allí hay una capillita junto a la zona de los desechos, un montón de enfermos y acompañantes en la misa del Jueves Santo. Algunos con enfermedades raras les hemos lavado los pies. Misa del amor fraterno. Y de la Eucaristía, fuente del amor. Al final del rito he cogido la toalla, no solo mojada sino llena de suciedades. La he besado porque me representaba a Cristo, Él que cargó con todas las bajezas y enfermedades, la violencia y las yagas… El símbolo era esa toalla antes del ofertorio”.
En un mensaje enviado a la fundación que preside, Aguirre reconoce la situación de amenaza que viven los musulmanes y el estado crítico en el que se encuentra su vicario, que a punto estuvo de ser asesinado hace unas semanas: “Tendrá que salir porque tiene principio de shock traumático. Ha perdido lucidez y vaga en sus miedos. Le han salido ronchas (líquenes planos) a causa del estrés”.
Desde esta situación de precariedad, el obispos de Bangassou afronta el Viernes Santo en el hospital de Bangui, “una mole con miles de gentes, entre pacientes y familiares que siempre están allí y duermen por los suelos. Hablar y rezar la cruz donde flota un ambiente de Calvario”.