En México es sabido que quienes se dedican al narcotráfico imponen a sus candidatos, no sólo en el estado de Guerrero, sino en muchos otros lugares de México. La novedad radica en que ahora también han puesto sus condiciones para no asesinar a quienes contienden por un cargo de elección popular.
En entrevista para Vida Nueva Digital el obispo de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, monseñor Salvador Rangel Mendoza, explica cómo fue que se reunió el pasado 30 de marzo con narcotraficantes que operan en la región, y cuáles fueron las dos condiciones que éstos expusieron para no “asesinar” a candidatos a puestos de elección popular.
Del agradecimiento…
Monseñor Salvador Rangel, quien en México ha generado mucha polémica porque abiertamente ha reconocido que eventualmente se reúne con miembros del crimen organizado para tratar de llevar paz a la región, explica en qué contexto se dio esta última reunión.
Según relató, fue hace aproximadamente dos meses cuando un grupo de narcotraficantes invadió la comunidad de Pueblo Viejo –en el municipio de Heliodoro Castillo y localidad clave para el trasiego de drogas–, provocando la huida de una organización rival. “En aquella ocasión –recuerda– hubo 17 muertos, entre miembros de ambas bandas”.
Sin embargo, quienes huyeron, pronto comenzaron a bloquear el suministro de agua y electricidad, con la finalidad de presionar a sus adversarios a abandonar la comunidad, medida que, no obstante, afectó directamente a los dos mil pobladores.
El obispo se vio entonces en la necesidad de visitar el lugar donde se encontraba este grupo de narcotraficantes –ubicado en la cima de un cerro– para entrevistarse con ellos y pedirles que “volvieran a poner el agua y la luz”. Les explicó que los principales afectados eran los pobladores. Unos días después, el agua y la luz volvieron a Pueblo Viejo.
“El 30 de marzo, Viernes Santo, me di a la tarea de buscar a estas personas para manifestarles mi agradecimiento, pues a pesar de ser sus enemigos, ellos habían tenido esa chispa de bondad de restablecer el agua y la luz”, narra.
…a la petición
Monseñor Rangel fue trasladado al lugar en un helicóptero que es propiedad de los narcotraficantes. Y así ocurrió: “Tras agradecerles su gesto de bondad, aproveché para exponerles que la gente estaba muy preocupada por los cada vez más frecuentes asesinatos a aspirantes a puestos de elección popular en la entidad. Les hice saber que la gente pedía que dejaran contender libremente a los candidatos de otros partidos”.
Explica el obispo que estas personas estuvieron de acuerdo, pero no tardaron en poner sus condiciones: “Me dijeron que se comprometían a no coaccionar por medio de las armas a los candidatos, con la condición de que éstos no le dieran dinero a las personas para comprar su voto, sino que más bien, que ese dinero lo emplearan en hacer obras comunes, para todos: restaurar calles, poner drenaje, construir canchas, etcétera”.
En este sentido, le hicieron saber al obispo que estaban molestos debido a que en una ocasión, un grupo de personas de la sierra fue a ver al presidente municipal para pedirle que apoyara a su comunidad con algunos servicios; sin embargo, la respuesta del funcionario habría sido: ‘yo ya les pagué el voto’.
La segunda condición que pusieron los narcotraficantes –agrega monseñor Rangel– es que los candidatos no hagan promesas que no pueden cumplir: “si creen que no las van a poder cumplir, que mejor ni las anuncien”, dijeron.
Aclaró que no se trató de ninguna negociación; él simplemente los exhortó a evitar más derramamiento de sangre en la región, y éstos, a su vez, expusieron sus condiciones a quienes aspiran a ocupar alguno de los cargos que se votarán el próximo 1 de julio, cuando en el estado de Guerrero sean elegidos los presidentes municipales de 81 ayuntamientos y se renueven 46 diputados del Congreso local.
Concluyó monseñor Rangel: “Ante todo soy un fraile franciscano, y llevo eso en la sangre: buscar la paz, lo que decía san Francisco: ‘Señor hazme un instrumento de tu paz, donde haya odio siembre yo amor’, y es lo que quiero hacer: sembrar la paz, poner mi granito de arena; no quiero ninguna confrontación ni con el gobierno ni con nadie; si ponemos cada quien de nuestra parte, las cosas se solucionarán mejor; creo ciegamente en el diálogo, y hoy más que nunca tenemos que dialogar”.