“La alegría del evangelio nos invita a la misión y con el papa Francisco: misericordia y bendición”. (Léalo cantando). Sí, el cardenal arzobispo de Tegucigalpa, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, se ha animado con el cante. Así ha concluido hoy, 7 de abril, su ponencia ‘¿Qué buscáis? Las llamadas del papa Francisco a los jóvenes’, en la 47ª Semana Nacional para los Institutos de Vida Consagrada.
Es la banda sonora que el propio purpurado, amante de la música, ha compuesto para el pontificado de su amigo Jorge Mario Bergoglio. No es ‘Lo malo’ de Aitana War, pero los más de 700 religiosos que abarrotaban el aula Ángel Herrera de la Fundación Pablo VI se la sabían. Y tan bien como los millennials el nuevo himno feminista ‘reggaetonero’ surgido en Operación Triunfo que ‘lo peta’ en todas las radios. Pero tenía truco: ya les sorprendió con esta canción en su ponencia de hace tres años.
Su eminencia –aunque él prefiere un Óscar a secas- se moja y mucho. Un hombre libre a sus “jovencísimos 75 años”. Tiene claro que los jóvenes se han rendido al papa Francisco porque “no se calla, y eso es lo que más aprecian de él”. Y ha citado el ejemplo de uno de sus discursos en México, en una ciudad conocida por el narcotráfico, donde dijo: “Es mentira que la única forma de vivir es dejando la vida en manos del narcotráfico o de aquellos que lo único que están haciendo es sembrar muerte”.
En palabras del cardenal hondureño, “el Papa ha sabido sintonizar muy bien con el lenguaje, sentimiento, actitudes y mentalidad de los jóvenes de hoy, que buscan siempre una respuesta clara a sus expectativas, dudas y anhelos”. “No podemos encerrarnos en la tradición ni solo abrirnos a la novedad -ha matizado-, porque seríamos una veleta; debemos ser fieles, y la fidelidad es el diálogo entre tradición y novedad”.
Según ha explicado, el Papa “es consciente de que los millennials son hipercríticos y no se les puede evangelizar con un lenguaje antiguo y formas anacrónicas”. Y por eso, no le extraña que al utilizar métodos desactualizados “muchos jóvenes hayan optado por preferir que sean otros quienes le pastoreen”. Como ha repetido en varias ocasiones, para la generación selfie, su pastor es el teléfono inteligente, que “no siempre es tan inteligente”.
Pero no solo el Papa le lanza mensajes de ánimo. También les exige, y con sus gestos vive lo que predica –“son sus encíclicas de los gestos”, ha puntualizado el purpurado-. Maradiaga ha citado sus viajes a República Centroafricana o Bangladesh, por ejemplo, donde recorre las calles saludando a la gente. “Dentro del Vaticano algunos le critican por tanta ‘saludarera’, pero es que estar con la gente es parte de su mensaje”, ha sentenciado.
El cardenal ha instado a los religiosos a enseñar a los jóvenes “ese Jesús sencillo”. Y para ello no hay mejor referente que Bergoglio, según ha explicado, puesto que “conoce la realidad juvenil del mundo y les habla con sutiliza y agudeza, haciéndoles visibles que Jesús vive donde hay un dolor que aliviar, una lágrima que secar, un pecado que perdonar y una buena noticia que anunciar”.
Siguiendo desgranando el lenguaje millennial del Papa, Maradiaga ha recalcado que “los jóvenes valoran de él que no hace falta ningún diccionario para entenderlo, ya que tiene una sabiduría pedagógica admirable”. Además, ha apuntado que la idea del Papa de dejar siempre los papeles a un lado no es velada, porque “sabe que la vivencia personal es la que garantiza y asegura la evangelización”.
Bergoglio habla a los jóvenes a través de “frases cortas y lemas que captan rápidamente su atención”. Y ha puesto un ejemplo de la JMJ de Río: “Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo”, dijo Francisco entonces. “¿Qué joven no entiende eso?”, se ha preguntado Maradiaga.
Otra de las claves que el cardenal ha citado para dar respuesta al idilio del Papa con la juventud es que “transmite esperanza y futuro, que son las respuestas que los jóvenes quieren hoy”. Y es que “en un mundo tan triste, el Papa siempre trae alegría”.
A los jóvenes religiosos presentes también les ha querido dejar un recado para que lo transmitan a sus iguales: “Necesitamos jóvenes fuertes y con esperanza, no jóvenes cansados y con cara de aburridos”. Y ha continuado: “Pierdan tiempo en escuchar a vuestros abuelos, a los mayores; compartan sabiduría”. Parafraseando al propio Francisco, Maradiaga ha dicho: “Hagan lío pero también ayuden a organizar el lío que hacen”.
Sobre el próximo Sínodo de octubre, ha mostrado su alegría por la elección del tema, que ha sido el Papa quien lo ha diseñado expresamente, según ha contado como confidencia a los solo 700 religiosos presentes. “Desde los años 80 se pedía al final de los sínodos que se hablara sobre la juventud, y ahora el Papa ha optado por ello”, ha señalado.
Sin embargo, “esto no significa que mañana se nos vayan a llenar todos los conventos y seminarios”, ha dicho. No obstante, ha pedido a los consagrados “no contemplar con resignación la escasez vocacional como si fuera irreversible e irrecuperable; necesitamos afrontar el problema con ánimo y esperanza, porque el Señor sigue llamando”.
Y ha añadido: “Más que preocuparnos por las vocaciones debemos ocuparnos con las vocaciones”. Por eso, “debemos ser mujeres y hombres gozosos, porque entonces querrán ser como nosotros y nuestra vida será una opción”, ha aseverado el salesiano. “Dios ya hizo su parte –ha recalcado-, ahora nos toca a nosotros continuar el proceso”.
No se ha ido el cardenal del auditorio sin hablar sobre “el tesoro que nos brindó el papa Francisco”: ‘Amoris laetitia’. “Esta exhortación es una renovación completa de la pastoral familiar y vale la pena, debemos introducirla por todos los rincones de nuestra Iglesia”, ha dicho enérgicamente. Y tras su defensa cerrada al documento “fruto de dos sínodos”, ha confesado que “una de mis mayores frustraciones es que muchísima gente no la haya acogido”.