Cardenal Burke: “Hay momentos en los que un papa debe ser desobedecido”

  • La conclusión del congreso anti ‘Amoris laetitia’: “un matrimonio solo puede disolverse con la muerte”
  • Los purpurados de la dubia, cabezas de cartel de ‘Iglesia católica, ¿dónde vas? Solo un ciego puede negar que hay una gran confusión en la Iglesia’

El cardenal Raymond L. Burke, durante una reunión de purpurados archivo

La cumbre de críticos de ‘Amoris Laetitia’ suplica al Papa y a los obispos: “¡Confirmadnos en la fe!”. Los más ardientes opositores del controvertido documento papal de 2016 sobre la familia hicieron una declaración final el sábado 7 de abril en la que rechazaron ampliamente la nota de que los católicos divorciados y los vueltos a casar civilmente puedan recibir la Comunión.

Conclusiones

  1. “Testificamos y profesamos que, de acuerdo con la auténtica confesión de fe, un matrimonio consumado solo puede disolverse con la muerte”.
  2. “Los cristianos que se unen a otra persona mientras el esposo/a está vivo, cometen un gran pecado”.
  3. “Estamos convencidos que esta es una norma aplicable siempre y sin excepción”:
  4. “Estamos convencidos que ningún juicio de conciencia subjetivo puede convertir una mala acción en buena”.
  5. “El perdón se basa en la intención de abandonar un estilo de vida contrario a los mandamientos divinos”.
  6. “Los divorciados y vueltos a casar que viven juntos no pueden recibir la Comunión”.

En la cumbre, se hacía palpable la sensación de que, aunque su posición pudiera ser minoritaria, no debía ser ignorada. “La experiencia a través de la historia nos enseña que la verdad no está necesariamente con la mayoría, con los grandes números”, dijo el Cardenal alemán Walter Brandmüller. “A menudo en la historia del pueblo de Dios, no era la mayoría, sino una minoría la que vivía la fe auténticamente”, agregó.

Citó el caso de la herejía arriana, un movimiento del siglo cuarto que pensaba que Cristo no era realmente divino, lo cual sostenía una gran mayoría de los cristianos en ese tiempo. Uno de los cuatro cardenales que pidieron aclaración al Papa hace dos años, dejó bien claro que el tiempo de esperar una respuesta se había acabado. “Como demuestra la historia, es posible que un pontífice romano, haciendo uso de su poder total, pueda caer en la herejía, o faltar a su primer deber de salvaguardar y preservar la unidad de la fe y la disciplina de la Iglesia”, afirmó el cardenal americano Raymond Burke.

Burke fue uno de los cuatro cardenales que mandó cinco preguntas críticas a Francisco tras la aparición de ‘Amoris Laetitia’, técnicamente llamadas dubia. Uno de los otros cuatro, Brandmüller, estaba allí, y otros dos ya han fallecido –el cardenal alemán Joachim Meisner y el cardenal italiano Carlo Caffarra–. Fue una asociación italiana conocida como ‘Amigos del Cardenal Caffarra’ los que organizaron el evento. Hubo una fuerte presencia de un movimiento italiano pro-vida y un tema recurrente durante todo el día fue la importancia de la ‘Humanae Vitae’, la encíclica de 1968 de Pablo VI, en la que la Iglesia se opone al control de natalidad, cuyo 50 aniversario es este año. En un momento, se proyectó un vídeo de Caffara, que murió en septiembre de 2017, en el que dijo: “La Humanae Vitae sigue siendo la luz que Pablo VI encendió para siempre”.

Brandmüller: los cuestionarios del Sínodo, “manipulados”

El título del evento era ‘Iglesia católica, ¿dónde vas?’. Y evocaba una cita de Caffarra: “Solo un ciego puede negar que hoy hay una gran confusión en la Iglesia”. Burke insistió en el derecho de levantarse contra un papa errado. “Ya que el papa no puede ser objeto de un proceso judicial, la situación debe dirigirse y remediarse basándonos en la ley natural, los evangelios y la tradición canónica y eso es un proceso de dos pasos”, señaló Burke dirigiéndose a una multitud de unos cientos de personas reunidas en el Hotel Church Village, a dos kilómetros del Vaticano.

“Primero, uno corrige el presunto error o dejación de obligaciones directamente al pontífice”, indicó Burke. “Si este no responde –continuó–, entonces uno procede a la corrección pública”. En ese punto, un grupo entre la multitud se levantó y empozó a gritar: “Pueblo de Dios, ¡levántate! ¡Tenemos que actuar!”. “Al papa podemos desobedecerle”, dijo Burke. “Hay mucha literatura sobre el tema. Su autoridad no es mágica, sino que deriva de su obediencia a Dios” y otra vez los aplausos arreciaron.

Un poco antes, Brandmüller argumentó que la enseñanza de ‘Amoris laetitia’ no podía ser considerada como “desarrollo de doctrina”, basando su argumento en los escritos teológicos del cardenal del siglo XIX, John Henry Newman. “El sentido de los creyentes –dijo– no pude ser entendido como una encuesta o un plebiscito, es imposible. La Iglesia no es una Sociedad constituida democráticamente, es el corpus misticum (cuerpo místico), al cual los creyentes están unidos como miembros de ese cuerpo”. Brandmüller también sugirió que los cuestionarios distribuidos antes de los dos sínodos de los obispos de Francisco –octubre 2014 y 2015– fueron objeto de “manipulación”.

Dejando claro que el poder papal no es absoluto, Burke rechazó lo que él llamaba la “respuesta simplista” de muchos a las enseñanzas del Papa, “como si el Papa dijera algo y uno debiera aceptarlo sea lo que sea que diga”. “Siempre ha estado claro que el pontífice puede dispensar con la ley solo con el objetivo de preservar su finalidad –continúa–, y nunca para subvertirla”. Según sus palabras, “cualquier acto de un papa, dado que es un ser humano, que sea herética o un pecado, en sí misma es nula”.

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