Se han cumplido seis meses desde el referéndum ilegal del 1-O que motivó la crisis institucional más grave desde el golpe de Estado del 23-F. Medio año en el que ni una medida excepcional –la aplicación del artículo 155 de la Constitución– ha servido para solucionar el contencioso. Fuentes eclesiales consultadas por Vida Nueva no descartan “un enfrentamiento civil”.
Un enfrentamiento que llega a la Iglesia catalana, no a su cúpula, pero sí a sus bases. “La situación es inaguantable. Hay iglesias donde los fieles no se dan la paz sabiendo la ideología del de al lado; los párrocos nos informan que se les pregunta antes de empezar la eucaristía en qué lengua van a oficiarla y a algunos se les ha increpado diciéndoles que hablen del Evangelio y no de política. Los fieles eligen a qué misa quieren ir y a qué cura quieren escuchar. No había ocurrido nunca”.
“Las últimas manifestaciones que hemos hecho han molestado mucho fuera de Cataluña. Tanto la de la Permanente, días antes del referéndum, como la nota de la Tarraconense de Cuaresma, en donde pedíamos una reflexión serena sobre la prisión preventiva. Pero, por el otro lado, molestamos a los independentistas, que nos acusan de no ser contundentes en denunciar la situación de estos presos. Y si callamos, nos dicen que el silencio es interpretable”, se lamenta un obispo. “Estamos en una situación muy incómoda”, añade.
¿Hacia el ‘cataláncatolicismo’?
Una de las fuentes percibe un intento de “crear una especie de cataláncatolicismo” y muestra su preocupación por un nuevo curso para religiosos y religiosas destinados en Cataluña provenientes de otras partes de España, de Europa u otros continentes –que pondrá en marcha la Unión de Religiosos de Cataluña– y que incluye formación sobre la realidad social, cultural, histórica y religiosa de esa comunidad.
“El cumplimiento de la ley nos obliga a todos. Si dejáramos de hacerlo, esto sería la selva. Decimos que el Gobierno central tiene que liberar a los presos, pero es una cuestión de los tribunales. La separación de poderes deberíamos tenerla todos clara. Lo mismo que no se ha de pedir solo a los de Madrid que favorezcan el diálogo, sino también a los de aquí”, señala un prelado catalán.
Una tercera fuente que remarca su deseo de no ser citada coincide en que “hay mucha preocupación”. “El enfrentamiento civil siempre ha sido el gran miedo de la Iglesia catalana, y lo advertimos en los meses en que se estuvo trabajando para solucionar el conflicto. Pero si no logramos parar la calle, tendremos un grave problema. Y en cuanto la CUP se ha desvinculado, la calle ha entrado en acción”, afirma la primera fuente.