Tras concluir la semana pasada su ciclo de catequesis sobre la Misa, el papa Francisco ha dedicado la audiencia general de hoy, miércoles 11 de abril, al sacramento del Bautismo, que es “el fundamento de toda vida cristiana”. Como ha explicado, es el primero de los sacramentos en cuanto que es “la puerta” que nos permite “sumergirnos” en el Misterio de Cristo. Porque de hecho, según ha recordado el Pontífice, el verbo “bautizar” en griego significa “sumergir”. Pero la inmersión física del cuerpo en el agua no debe distraernos de que a la vez “el alma se sumerge en Cristo para recibir el perdón del pecado y resplandecer de la Luz Divina”. Así, con el Bautismo “se ahoga el hombre viejo, dominado por el pecado que nos separa de Dios, haciendo nacer al hombre nuevo, recreado en Jesús”.
Como suele hacer, el Papa ha parado un momento su catequesis para hacer una pregunta que no es nueva en él: “¿Sabéis la fecha de vuestro bautizo? (…) Si celebramos el día de nuestro nacimiento ¿cómo no festejar, o al menos recordar el del renacimiento?”. Tras la pregunta, ha insistido en que todo el que no la sepa se entere de ella “y no la olvide nunca. Y ese día agradeced al Señor, porque es precisamente el día en que Jesús ha entrado en mí, el Espíritu Santo ha entrado en mí ¿Habéis entendido bien los deberes de hoy para casa? (…) Es otro cumpleaños, el del renacimiento. No olvidéis hacerlo por favor”.
“De hecho la del Bautismo no es un agua cualquiera –ha proseguido– sino el agua sobre la que se ha invocado el Espíritu que da la vida”. El Papa ha evocado entonces las palabras de Jesús a Nicodemo en el Evangelio de Juan, “en verdad te digo que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Por eso también se lo califica de renovación, porque creemos que Dios “nos ha salvado por su misericordia, con un agua que regenera y renueva en el Espíritu”.
Francisco ha continuado la catequesis citando a san Pablo, quien dijo a los cristianos romanos que al bautizarnos en Cristo Jesús “hemos sido bautizados en su muerte”, de forma que al unirnos a Él en la muerte, algún día nos unamos a Él también en la resurrección. Y es que el Bautismo nos hace parte “de Su Cuerpo, que es la Iglesia, y partícipes de su misión en el mundo (…) Una misma vida, la del Espíritu Santo, fluye desde Cristo a los bautizados, uniéndolos en un solo Cuerpo (…) alimentado por el banquete Eucarístico”.
Acercándose al final de la audiencia, el Papa ha insistido en el antes y después que supone este sacramento que, recibido una sola vez en la vida, “guía nuestros pasos hacia la Jerusalén Celestial”. Pero antes de acabar, Francisco ha querido hablar de un tema recurrente en la sociedad, que es el bautizo de los niños. “El Bautismo supone un camino de fe que llamamos catecumenado, evidente cuando el bautizado es un adulto”. Pero los niños también se bautizan “y sobre esto os quiero decir una cosa. Algunos piensan ¿por qué bautizar a un niño que no entiende qué pasa? Mejor esperamos a que crezca y pida él mismo el bautismo”.
La respuesta ha sido contundente, esperar es “no fiarse del Espíritu Santo”, porque al bautizar a un niño, el Espíritu entra en él, haciendo crecer en el niño las virtudes cristianas que después florecerán. Y “tener dentro al Espíritu Santo que los guíe durante su vida es una oportunidad que se debe dar a todos los niños ¡Bautizad a los niños!”. Porque “nadie ‘se gana’ el Bautismo, es siempre un don gratuito para todos, adultos o neonatos”. Finalmente, ha recordado que este don debe cultivarse en un terreno alimentado con la fe y reavivado cada día, de forma que nos “Cristifique”. “No tengáis miedo de esta palabra –ha concluido el Obispo de Roma–, el Bautismo nos asemeja a Cristo, nos transforma en Cristo, nos hace verdaderamente otro Cristo”.