“Primero como un simple cristiano, más tarde como religioso y sacerdote y luego como Papa, considero que las cuestiones sociales y económicas no pueden ser ajenas al mensaje del Evangelio”. Son las palabras del papa Francisco en el prólogo que ha escrito para el libro ‘Potere e denaro’ (Poder y dinero, publicado en italiano por Città Nuova), en el que el periodista italiano Michele Zanzucchi analiza la justicia social según la óptica de Jorge Mario Bergoglio.
En este ensayo que llega mañana a las librerías, el articulista de Avvenire, diario impulsado por la Conferencia Episcopal Italiana, recoge y analiza lo dicho por el Pontífice acerca de la riqueza y la pobreza, las injusticias sociales, las finanzas internacionales, los empresarios, los sindicatos y los movimientos sociales. Se detiene, en definitiva, sobre todo el mal que genera el culto al “dios dinero”.
“El capitalismo desenfrenado de las últimas décadas ha dilatado ulteriormente el foso que separa a los más ricos de los más pobres, generando nuevas precariedades y esclavitudes”, escribe Francisco en el prefacio al libro de Zanzucchi. El Papa lamenta que la globalización económica haya contribuido a concentrar en un puñado de personas una riqueza similar a la de la mitad de la población mundial.
En un nuevo alegato contra la industria armamentística, Bergoglio pide dejar de lucrarse con las armas que alimentan las guerras al tiempo que enriquecen fondos de inversión “a menudo impersonales y más grandes que los presupuestos de los Estados” desde los que operan. Esos fondos “prosperan con sangre inocente”, advierte Francisco, que justifica sus continuos llamamientos en este campo por el temor a que se produzcan nuevas crisis económicas.
“Nuestro mundo es capaz de lo mejor y de lo peor. Mientras en ciertas partes del planeta se nada en la opulencia, en otras no se tiene el mínimo para sobrevivir. En mis viajes he podido ver estos contrastes más de lo que me había sido posible en Argentina. He visto la paradoja de una economía globalizada que podría dar de comer, curar y albergar a todos los habitantes que pueblan nuestra casa común”, subraya el Pontífice.
Para intentar solventar estos desequilibrios, Bergoglio propone la “concienciación” social, pues no basta solo un “poco de bálsamo para curar las heridas de una sociedad que a menudo trata a todos y a todo como una mercancía que, cuando se convierte en inútil, viene tirada, según la cultura del descarte de la que tantas veces he hablado”.